Sobre el pesimismo
Hay mucho pesimismo entre los economistas y algunas autoridades políticas con respecto al rumbo que lleva el país. Con cada política pública que se conversa en el Congreso aparecen frases inquietantes acerca de las consecuencias. También la ciudadanía en general está pesimista acerca del futuro del país. Según Criteria Research las personas que tienen una percepción de que el país retrocede ha subido de 32% en septiembre de 2019, a 56% promedio octubre-febrero 2020, y 68% entre marzo y julio.
Ahora bien, la evidencia indica que las personas en general son optimistas con respecto a su propia vida y el futuro de sus hijos(as). Esta brecha entre el optimismo a nivel individual y el pesimismo a nivel social está bien documentada (Roser y Nagdy, 2014) y se han señalado algunas hipótesis desde la psicología y la ciencia del comportamiento. Una de estas es la relación entre el pesimismo y el nivel de control. En general, las personas son más optimistas cuando están en control de la situación. Así, las personas se sienten más en control de sus propias vidas, pero no del destino de la nación. En segundo lugar, hay un importante sesgo de información. Hay evidencia de que las personas más pesimistas tienden a tener menor conocimiento básico sobre algunos avances socioeconómicos. Este sesgo puede ser producido por los medios de comunicación o por falta de acceso a estos conocimientos. Finalmente, hay también lo que se conoce como “the reminiscence bump” (el bulto de recuerdos). Esto es, más tarde en la vida nuestros recuerdos se concentran en las experiencias de la adolescencia y la edad adulta temprana, entre los 10 y 30 años.
Efectivamente, tanto el estallido social como la pandemia de coronavirus han elevado la sensación de falta de control sobre el país, más aún de quienes creían tener el control de la agenda. Además, muchas generaciones de chilenos(as) tienen marcado en sus memorias el período de alta polarizacion social previo al golpe de estado y la violencia de la dictadura. Ahora bien, un análisis histórico a nivel global hecho por Walter Scheidel (El gran nivelador, 2017) indica que los estallidos sociales y catástrofes como la pandemia, en el pasado, han sido causa de cambios sociales igualadores.
Cualquiera sea el motivo, el extremo pesimismo es dañino porque paraliza los cambios. Nuestra historia, dicen los pesimistas, es una historia de fracasos y lo que podemos esperar para el futuro es eso mismo. En contraste, aquellos que son optimistas sobre el futuro es porque creen que es posible cambiar el mundo para mejor porque tienen conocimiento de que antes se ha hecho. Hoy lo que Chile necesita es de estos(as) últimos(as), de aquellos(as) que realmente crean que podemos hacer las cosas mejor, no por voluntarismo, sino porque en la historia de muchos países ha pasado.
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