Sobre el segundo retiro y la miopía nacional

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Por Paulina Yazigi, economista, investigadora asociada Horizontal

Tal como lo temimos, el retiro anterior no era el único, era el primero. Se ve como un triunfo del gobierno el hecho que se tramitara su proyecto para este segundo retiro, pero lo cierto es que éste no ha hecho más que elegir entre una alternativa mala y una pésima, dada la encrucijada en que lo dejó el Congreso, ante la inundación de populismo. Si bien he insistido que el retiro de los fondos previsionales es una pésima opción por el menoscabo a nuestras futuras pensiones, hoy me detengo en el alto impacto que esto podría tener en nuestro ahorro nacional y mercado de capitales, conceptos tan lejanos que, por lata, prejuicios o ignorancia, no abordamos.

Como sabemos, si ahorro hoy, puedo darme un gustito en el futuro, financiar mi vejez, pagar los estudios de mis hijos, etc. Quiero que esos ahorros cumplan con al menos dos condiciones: que se conserven (que no me los quiten) y que crezcan. Para esto último, tengo que invertirlos. Por otra parte, una empresa (grande o pyme) normalmente no tiene los recursos propios para crecer, por lo que le urge el ahorro de otros para invertir.

En una economía, el ahorro que está disponible para financiar esta inversión es el interno (familias, empresas, gobierno), y el externo. Mientras más abierta y sana la economía, los ahorros de los extranjeros fluyen al país. Si bien en las últimas dos décadas hemos venido avanzado hacia un régimen de libre movilidad de capitales, y gozamos de un nivel de profundidad e integración financiera similar al de Australia, Canadá y Noruega, es riesgoso depender solamente del ahorro externo. Una economía sana fomenta el ahorro doméstico.

Pero les tengo noticias: nuestro ahorro interno podría ir en picada. Y lo peor, es que como vamos, podríamos, además, espantar el ahorro externo.

Desde la crisis Subprime, que el gobierno no ha podido tener un año de ahorro significativo, y en los últimos años hemos desahorrado más rápido que muchas de nuestras economías comparables. Las empresas siguen siendo uno de los pilares del ahorro nacional, sin embargo, en los últimos dos años su ahorro ha caído. Y el de los hogares, si bien ha subido este año por la gran contracción del consumo, hacia adelante el virus, la recuperación del empleo y los ingresos, escribirán la historia. Pero la guinda de la torta será la historia que se escriba en Valparaíso sobre nuestros ahorros previsionales. Solo es de esperar que el título de la historia no sea “Crónica de una muerte anunciada”. Porque si no fuera por la obligatoriedad de este ahorro, gran parte de los chilenos poco o nada ahorrarían.

Si los chilenos nos comemos los ahorros, al mismo tiempo que amenazamos el ahorro externo, vamos a poner en jaque nuestro bienestar, por la vía de jibarizar nuestro mercado de capitales, reducir nuestra capacidad de invertir, de generar nuevos empleos, de crecer, y finalmente, de financiar programas sociales.

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