Tarde pero bien
Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom
A pocos días de un nuevo 18 de septiembre, el gobierno decidió implementar el plan “Fondéate en casa”, aparentemente como una forma de asumir las inminentes celebraciones con que los chilenos suelen vivir estas fechas. La idea original parecía apuntar a la entrega de algunas directrices de comportamiento sanitario mínimo, con las cuales compensar la prohibición de las tradicionales fondas y los traslados a regiones. La iniciativa, que no fue consultada con la Mesa Covid-19, no tardó en recibir las críticas de los especialistas sanitarios, por el relajo de las medidas. Pero, además, en el camino, se convirtió en una comedia de errores y contradicciones.
La subsecretaria de Salud habló primero de permisos de seis horas para hacer reuniones con cinco personas invitadas que se sumarían a los habitantes de cada vivienda. Luego, el ministro de Salud, Enrique Paris, desmintió esta información, aclarando que serían cinco personas en total las permitidas. Simultáneamente, se señaló que se levantarían cuarentenas comunales y que las personas podrían movilizarse entre comunas, aunque no entre regiones, para posteriormente retractarse e indicar que las cuarentenas no se moverán.
Aun cuando para un gobierno siempre es un riesgo reconocer errores, finalmente genera mayor credibilidad el hacerlo. Especialmente cuando se asumen los errores enfrentando el “impasse” públicamente y corrigiendo las equívocas orientaciones.
Quien gobierna, al momento de buscar un resultado de comportamiento ciudadano, debiera tener muy presente que la conducta predominante es de cierta resistencia a acatar las normativas, especialmente cuando éstas restringen o afectan costumbres y libertades fuertemente arraigadas en la gente. Con mayor razón en estado de pandemia, donde del cuidado individual depende en gran parte la contención de los contagios y salvar vidas humanas. Ahora que comenzamos a ver una inflexión, con cifras más positivas que han permitido el inicio de la reactivación de algunas actividades económicas y el desconfinamiento de las personas, resulta fundamental reforzar ese mensaje de compromiso personal, para no tener que vivir una involución que dañaría doblemente el empleo y la situación de las familias.
Las señales confusas ya fueron nefastas hace unos meses. La “nueva normalidad” tuvo costos importantes en vidas humanas. Esa experiencia, al igual que lo que está sucediendo a nivel mundial con los rebrotes, debe ser una guía para no volver a errar. Especialmente, en la perspectiva de la realización del plebiscito, así como en los numerosos eventos electorales que acompañarán al gobierno hasta el fin de su gestión y que, de no contar con una vacuna, hará muy complejo el control de la salud de la población y, por ende, doblemente difícil el despegue económico.
Así las cosas, resulta fundamental contar con una autoridad que sea coherente en su mensaje y que tenga la capacidad de entregar sus lineamientos con claridad y con firmeza. Por todo eso, la corrección gubernamental fue una buena señal.
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