Tecnología y trabajo
La tecnología está cambiando la naturaleza del trabajo. En Chile, algunos opinan que para hacer frente a la amenaza de que se pierdan muchos trabajos es necesario tomar medidas para desproteger a los trabajadores, como son la reducción de los costos de despido, la revisión de la prohibición de reemplazo de trabajadores en caso de huelga y el cambio en la definición de servicios mínimos para dificultar que la huelga ayude a una efectiva capacidad de negociación de los trabajadores.
A nivel internacional, la mirada es más matizada. El informe sobre desarrollo mundial 2019 del Banco Mundial (BM) está centrado en este tema. La economía está cambiando; las empresas basadas en plataformas tecnológicas desdibujan las fronteras tradicionales entre industrias, crean valor sobre la base de los efectos de red que conectan consumidores, productores y proveedores. La inteligencia artificial y la robótica generan procesos de sustitución de mano de obra. Se transforman así las habilidades requeridas para el trabajo. La institución no dramatiza, sostiene que si bien se van a perder muchos de los trabajos actuales, en particular los rutinarios y codificables, también se crearán nuevos trabajos y aumentará la productividad.
Para enfrentar esta situación es crucial, según el BM, la inversión en educación, la creación de trabajos formales, inversión en infraestructura, en particular en Internet y el fortalecimiento de la seguridad social. El BM plantea varias posibilidades: un ingreso básico universal, asistencia social ampliada y sistemas de seguros. Y reconoce la necesidad de un pacto social que aborde estas dificultades, llamando así la atención sobre los problemas fiscales que esas políticas pueden traer consigo. Por ello es crucial fortalecer la tributación, en particular de las grandes empresas, que tienden a aprovechar las oportunidades que ofrece la estructura internacional de impuestos.
Pero como ha señalado la OIT, la mirada del BM es insuficiente. No valora el temor de los trabajadores a la llamada a la "economía gig", en que las empresas contratan crecientemente trabajadores independientes, por tiempos breves, en particular en contextos de alta desigualdad. Preocupa también la falta de valoración de la negociación colectiva como un mecanismo decisivo para distribuir los costos y los beneficios de las revoluciones tecnológicas en marcha. El salario mínimo, sostiene la OIT, es indispensable para asegurar al menos salarios mínimos decentes. Al BM le hace falta también un enfoque comprehensivo para reducir la desigualdad.
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