Tenemos herramientas para revertir la caída de docentes
El pedagogo y filósofo Paulo Freire, desde su pedagogía crítica, reconocía a los maestros en sus cartas para enseñar, señalando que “es evidente que reconocer la importancia de nuestra profesión no significa pensar que es la más importante de todas. Significa reconocer que es fundamental. Y algo más: es indispensable para la vida social”.
A todos nosotros, quienes estamos ligados a la educación y hemos sido parte de reflexiones y debates, no nos parece distante considerar a la educación como un bien fundamental y, a su vez, estar atentos a la necesidad y rigurosidad en los compromisos que se adquieren respecto de la política educativa nacional e internacional. En ese contexto, explicar y proponer cambios que permitan fortalecer las postulaciones a las carreras de pedagogías hoy resulta indispensable.
Las cifras de EligeEducar en 2021 señalan un descenso continuo en las postulaciones de estas carreras y concluyen que la falta de profesores dejará a más de una región con una carencia importante al 2025, la cual no podrá reemplazarse en el corto plazo. Así, las investigaciones sustentan el gran impacto de dos variables: la baja postulación y carencia de docentes en distintas disciplinas. Por eso es el llamado urgente a revertir este círculo no virtuoso y contamos con las herramientas para ello.
Primero, la Ley 20.903 (2017) que crea el Sistema de Desarrollo Profesional Docente, propicias vías de acceso a las pedagogías, claras y precisas, regulando el ingreso a la Formación Inicial Docente. Si bien es cierto hay detractores ante esta normativa, no se puede desconocer que es una ley que viene a cambiar el libre albedrío con que se dictaban estas carreras fundamentales.
Segundo, es imprescindible fortalecer los Programas de acceso a las pedagogías, los cuales no solo se plantean como objetivo visibilizar estos talentos, sino que incorporan a estudiantes de enseñanza media a la vida universitaria tempranamente, permitiéndoles conocer desde cerca el quehacer pedagógico y así, fortalecer las vocaciones docentes.
Tercero, es urgente apoyar hacia un cambio cultural en las percepciones que aún permanecen en la sociedad, respecto de esta profesión. De eso somos responsables cada uno de nosotros, las profesoras y profesores, las organizaciones, las mismas instituciones. Este cambio no se está produciendo con la celeridad esperada, está ocurriendo en la medida que han ido avanzando las exigencias, por ejemplo, en el ingreso a las carreras de pedagogías y la acreditación obligatoria de las carreras.
Por último, destacar las acertadas reflexiones de Santiago Rincón-Gallardo, director de Investigación en Michael Fullan Enterprises, en el 1er Encuentro Nacional del Centro de Liderazgo Educativo +Comunidad, donde menciona que debemos “humanizar la educación” y sin duda esta humanización debiera fortalecerse desde la formación inicial docente, continuando y aumentando las instancias de encuentros dialógicos, de crecimiento y con un aprendizaje de trabajo colaborativo basado en problemas y proyectos.
Así lograremos movilizar con fuerza el compromiso social de formar ciudadanos libres, tolerantes, reflexivos que, a través de un trabajo colaborativo, comprendan que distribuir el liderazgo, es relevante para lograr metas comunes y crear sentido de pertenencia en y con las comunidades educativas.