Tengo miedo torero

Boric


Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho Universidad de Chile

El fallecido escritor chileno Pedro Lemebel en su novela “Tengo miedo torero” retrata a un travesti -la Loca del Frente- que debe sobrevivir como sujeto sexualmente distinto durante la dictadura. Hay en ello una suerte de escapismo al contexto histórico que le toca vivir y un crédulo intento por ignorar la realidad.

Algo similar se aprecia en la forma como algunos han decidido enfrentar la segunda vuelta de la elección presidencial. No solo resulta llamativa la celeridad con que un supuestamente renovado Gabriel Boric aparenta dar un giro copernicano a su carrera política abrazando a aquellos a los que antes denostó, sino que sorprende la actitud con que estos últimos buscan trepar a su árbol. Donde antes hubo desprecio ahora se finge un oportunista afecto.

El mismo Boric que alegremente se saltaba torniquetes, encaraba a Carabineros, escondía o reemplazaba la bandera nacional, renegaba del estado de derecho y el orden público, declaraba a CNN encontrarse “a la izquierda del Partido Comunista”, y repudiaba los últimos 30 años de desarrollo de nuestro país, ahora se presenta con remozada imagen como un nuevo estandarte republicano. Tan burda y grotesca ha sido la performance que excede largamente la flexibilidad propia de la política.

Este acto de populismo y engaño extremo no puede pasar desapercibido. Es la técnica de los fake news aplicada al discurso y programa de un candidato. Es la liviandad argumental y fugacidad propia de un texto virtual posteado en redes sociales aplicada a la política, ignorando todo lo hecho, dicho y escrito previamente. El maniqueísmo conceptual, moral y programático desnuda inevitablemente el nulo compromiso con lo que alguna vez se pretendió representar, o peor, una maquiavélica forma de acceder al poder a cualquier costo. Ello, acompañado de una hábil campaña de desinformación que usa la retórica anti fascista de la ultra izquierda y el Partido Comunista, a la vez que se esconde el propio ideario totalitario y la entrañable relación con las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua e incluso Corea del Norte.

De esta forma Boric, como en la novela de Lemebel, pareciera susurrar en el oído de la ex Concertación la contraseña “tengo miedo torero”, apelando a un irresponsable sentimiento contrario a las ideas de derecha y centro derecha, que los lleve a preferir el programa 95% comunista de Apruebo Dignidad. Se trata de una incondicional claudicación y renuncia al proyecto social demócrata que no supieron defender y un cavernario temor a un candidato conservador. Se resignan a sacrificar libertades anteponiendo un incomprensible odio político hacia el adversario, prefiriendo el totalitarismo a la democracia. En ello no hay nada digno; nada rescatable. En palabras de Ortega y Gasset, “el engaño resulta ser un humilde parásito de la ingenuidad”.

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