¿Terminar con Carabineros?
Por Eduardo Vergara, director ejecutivo de Fundación Chile 21
Las policías son extremadamente importantes para nuestra democracia. Son la cara visible y el contacto más directo para la mayoría de las personas con el Estado. En ellas descansa gran parte de su legitimidad.
Nuestro sistema policial pasa por momentos complejos y peligrosos. A pesar de que la PDI también está siendo cuestionada, Carabineros se mantiene al centro de la preocupación. Desde corrupción, encubrimiento, brutalidad, violaciones a DD.HH. y un desgaste de décadas, ésta se desfondaba mientras en la superficie muchos veían normalidad. Esto ocurre mientras el narcotráfico y el crimen se transforman en la principal amenaza para nuestra democracia.
Convenientemente se intentó instalar que esta policía se mandaba sola. Verdad a medias. Si bien operan bajo grados de autonomía insostenibles, lo hacen porque el poder político les delegó la seguridad al verla como un fierro caliente. La izquierda ha visto esto como un asunto de derecha, le entregó el monopolio de la seguridad a una derecha adicta al populismo de mano dura y no actuó sobre los grados de autonomía con que operó particularmente Carabineros.
El reciente pronunciamiento de la Comisión de DD.HH. de la Convención para terminar con Carabineros aceleró el debate. Llegamos a este punto porque el gobierno transformó la reforma en una pauta de prensa y un goteo legislativo insuficiente, tal y como lo viene haciendo con la seguridad. Desperdició la posibilidad de hacer los cambios urgentes a pesar de haber contado con apoyo político y académico transversal. Su lógica de comunicar para no actuar sustentó puestas en escena como las ineficientes rondas masivas anunciadas por los medios un día antes y operativos desiguales y represivos como señal de fuerza política durante marchas y demostraciones. Así empujaron a Carabineros al borde del precipicio de la ilegitimidad.
¿Debemos terminar con Carabineros? ¿Hay que enviar a retiro a 80 mil oficiales, exterminar la institución y fundar una nueva para contar con la policía que merecemos y necesitamos? No, porque todavía estamos a tiempo de reformar.
Tal como las responsabilidades, las soluciones son políticas. Del gobierno nada podemos esperar. Las esperanzas descansan en la Convención y en el Congreso. Solo la Convención puede terminar con la manta protectora en que se ha transformado la Ley Orgánica y los amarres existentes, para abrir la posibilidad que ocurran y sigan ocurriendo las reformas necesarias. En paralelo, el Congreso tiene la responsabilidad política de no caer en la trampa del Ejecutivo al aprobar proyectos maquillados de reforma y el mismo Ministerio de Seguridad tal y como están. Transformar a Carabineros en la policía de todos y crear un Ministerio al servicio de la protección de las personas no puede tener como fin un par de cortes de cinta antes de salir de La Moneda. Porque su gran promesa de seguridad terminó siendo su gran fracaso, el futuro de nuestra seguridad no puede quedar en manos del gobierno actual. Hay un bien superior en juego: el futuro de nuestro sistema de seguridad.
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