Terremoto del tiempo
Por Gabriel Zaliasnik, profesor de Derecho Penal, Facultad de Derecho Universidad de Chile
El escritor Kurt Vonnegut en Cronomoto relata los extraños acontecimientos que un día, como si se tratara de un terremoto, detienen el paso del tiempo y lo hacen retroceder una década. El mundo despierta como si esos años no hubieran transcurrido y obligado a repetir lo vivido. ¿Cuánto de ello hay en el programa aggiornado del FA-PC? ¿Cuánto de ello hay en la inmovilidad histórica del Partido Comunista que quiere que Chile vuelva atrás como si del año 1970 se tratara?
La parodia de elecciones que llevó adelante la dictadura sandinista nicaragüense con todos los candidatos opositores encarcelados, así como las enormes manifestaciones por la libertad en Cuba duramente reprimidas, sirven para exhibir el rostro de quienes ven en dichos regímenes totalitarios -y en Venezuela- modelos a seguir en Chile. Mientras en Nicaragua Daniel Ortega lleva más de 17 años en el poder, la dictadura castrista cubana supera los 70 años.
El respaldo a la continuidad de facto de Daniel Ortega manifestado por el Partido Comunista junto a otras fuerzas de extrema izquierda y la reacción destinada a silenciarlo para esconder ante la opinión pública dicha posición radical, no pueden pasar inadvertidas. No es posible arrojar debajo de la alfombra la consistente, prolongada e ininterrumpida relación entre dichas dictaduras y quienes desean gobernar Chile. La fotografía de la diputada Karol Cariola abrazada a Ortega, y posteada en sus redes sociales con la elocuente frase “Gran reunión con el compañero Presidente Daniel Ortega!! Nuestra América Latina avanza a paso firme”, así como las declaraciones de la candidata del mismo pacto FA-PC, Florencia Lagos, afirmando que “estaríamos harto mejor” si nos “transformáramos” en Cuba o Venezuela, no se pueden minimizar, tal como en su momento tampoco se podía aceptar el anuario antisemita de Daniel Jadue. No se trata de meras caricaturas ni de anecdóticos episodios o expresiones juveniles. El PC y muchos dirigentes del FA han manifestado su permanente negacionismo histórico ante las graves violaciones a los DD.HH. en Nicaragua, Venezuela y Cuba. Se trata de algo profundo que permea a la extrema izquierda criolla, y revela el tipo de sociedad a la que aspiran. Una coalición construida sobre bases de escasa vocación democrática no cambia por unas pocas palabras de impostada moderación.
Para Anne Applebaum en El ocaso de la democracia, existe “cierta sensibilidad autoritaria presente en toda una generación de agitadores universitarios de extrema izquierda” que está presente también en los instigadores de masas de las redes sociales. “Ellos pretenden redefinir sus naciones, reescribir los contratos sociales y a veces alterar las reglas de la democracia para no perder nunca el poder”. A días de una tensionada elección podemos aprender de Nicaragua y evitar un terremoto del tiempo.
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