Tráfico de Influencias: favores que van más allá de la amistad
“Tengo un cacho, necesito tu ayuda. Uno de mis amigos chinos empresarios, tiene un mall chino en Santiago y por problemas administrativos no alcanzaron a pagar la patente, y los van a clausurar. O algo así”.
“Oye, la idea en el tema Errázuriz-Hermosilla es planteárselo a él, a Errázuriz. Si es de confianza total, explicarle que el abogado del Presidente, el abogado de todo el mundo, no en virtud de eso, pero un abogado de confianza, quiere conocer los argumentos de por qué no. Para eso le gustaría reunirse en su oficina con él y conmigo. Es solo eso. Si él lo va a mantener en reserva total, lo hacemos esta semana en algún momento que tengamos. Si no, el fin de semana”.
A simple vista, estos dos mensajes podrían parecer meros favores entre conocidos, algo que ocurre comúnmente entre personas que se cruzan en el ámbito político o profesional. Sin embargo, estos intercambios no son solo eso. El primero, enviado por la diputada Karol Cariola a la exalcaldesa Irací Hassler, y el segundo, del ex ministro de Vivienda Felipe Ward a su jefe de gabinete, Gonzalo Vega, solicitándole que gestionara una reunión con el entonces seremi Metropolitano de Vivienda, Manuel José Errázuriz, para destrabar permisos a favor del proyecto Parque Capital del Grupo Patio.
Lo que realmente subyace en estos mensajes que aparentan ser favores, es una posible práctica de tráfico de influencias, un delito que ocurre cuando un funcionario público utiliza su poder para influir en otro y obtener decisiones que favorezcan sus propios intereses o los de un tercero.
Generalmente, estas acciones ocurren en las sombras, distorsionando decisiones que deberían fundamentarse en criterios imparciales, formales y transparentes, afectando decisiones públicas y erosionando la confianza en las instituciones.
Pero, es importante distinguir que no se trata de cualquier favor, sino del peso que este tenga y del contexto en que se solicita. No implica que una persona con un cargo de poder no pueda hacer favores, sino que lo relevante es cuándo lo hace, por qué lo hace y qué intereses hay detrás de ese acto.
El tráfico de influencias ha sido frecuentemente un delito silencioso, que pasa desapercibido porque no involucra necesariamente el intercambio de dinero en efectivo ni actos flagrantes, lo que dificulta su detección y comprobación. Y, si bien, siempre ha existido, hoy se observa con mayor frecuencia, en parte gracias a la tecnología. A diferencia de las llamadas telefónicas, cuyos registros eran más difíciles de obtener, los mensajes de WhatsApp o los correos electrónicos dejan un rastro claro y accesible.
Este delito no solo afecta a los involucrados al ser descubierto, sino que también agrava la crisis de confianza al exponer cómo, por debajo, se arreglan decisiones que deberían ser transparentes y justas, perpetuando aún más la desigualdad y alimentando la percepción de que las instituciones solo benefician a unos pocos.
Por lo mismo, es fundamental declarar los conflictos de interés y que las autoridades establezcan sus inhabilidades cuando sea necesario. Necesitamos confiar y saber que se están eligiendo a los mejores candidatos para un determinado puesto, que los permisos se están otorgando a quienes realmente cumplen con la ley y los requisitos, y que la legislación se está creando para las personas y no para beneficiar a unos pocos con poder de influencia.
El debilitamiento de las instituciones no es un fenómeno aislado; es una responsabilidad compartida. Al igual que en el tango, se necesitan dos para bailar, y esto también aplica en el contexto del tráfico de influencias. Debemos ser conscientes del daño que causamos a la sociedad cuando traspasamos los límites o buscamos atajos. La integridad del sistema depende de nuestra conducta, desde nuestra relación con funcionarios públicos y autoridades hasta el respeto por las normas que sostienen la confianza y la transparencia en las instituciones.
La verdadera amistad no se construye a costa de intereses personales o favores indebidos, y es nuestra responsabilidad colectiva proteger el sistema, actuar con integridad y exigir lo mismo a quienes nos lideran.
Por Susana Sierra
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