Opinión

Trump a la luz de Maquiavelo

(Photo by SAUL LOEB / AFP) SAUL LOEB

Durante su primera presidencia, muchos analistas sostuvieron que Trump debía ser tomado en serio pero no literalmente. Tuvieron razón. Su retórica era más estímulo que expresión de un programa, pero le bastó para pasar de una figura excéntrica a una sin contrapeso en el Partido Republicano -su mayor éxito político- al punto que hoy el 71% de los republicanos se identifica con el movimiento MAGA. Pero los marcos interpretativos que fueron útiles entonces ya no lo son. Su segundo triunfo fue más contundente, no tiene rivales en su partido y su ambición es mayor. Su “tarifazo” nos enseñó que esta vez lo prudente es dar crédito a las interpretaciones literales, pero que no por eso se transformará en un líder predecible. Así, el comportamiento del Presidente de EE.UU., no responde a la lógica de las políticas públicas ni de la política como la conocemos, sino del poder principesco, que no acepta los límites convencionales. Maquiavelo, el más agudo observador del poder en la historia de Occidente, nos puede orientar respecto de sus convicciones, qué persigue y cómo actúa Trump.

Sus convicciones: Maquiavelo plantea que el pueblo siempre desea libertad y vengarse de quienes causan su miseria, y que solo lo segundo está al alcance del gobernante. Para Trump, los padecimientos de su pueblo son consecuencia de los inmigrantes que terminaron con el estilo de vida americano, los países hacia donde se ha trasladado parte importante de la industria (China en primer lugar) y aquellos a los que EE.UU. ayudaría a cambio de nada (desde Europa hasta el Tercer Mundo). Esto habría sido promovido por el multilateralismo y la “desviación valórica” progresista, cuya pretensión de bondad con el mundo explicaría el empobrecimiento del pueblo estadounidense y el consecuente debilitamiento de esa nación, similar al efecto que produjo la Iglesia romana en Italia, según Maquiavelo.

Qué persigue: Trump ha construido la mitología de EE.UU. como una especie paraíso caído. Su proyecto es la restauración. Siguiendo a Maquiavelo, este proyecto requiere transformar el retorno a esa América gloriosa en una necesidad y contraponerlo a los valores -la virtud- multilateralista y progresista, cuya pretendida bondad habrían arruinado a EE.UU. Es menos claro si Trump se considera al servicio de su misión o esta es instrumental a su aspiración como gran restaurador.

Cómo actúa: sus cambios respecto de los aranceles son ilustrativos. Probablemente, Trump considera los acuerdos comerciales como un tipo de bondad ruinosa, una virtud que atenta contra la necesidad, que habría permitido que el mundo conquiste a EE.UU. El dilema maquiavélico de adquirir o ser adquirido -conquistar o ser conquistado- parece interpretarlo y juega en este tablero con el rasgo de la impredecibilidad, una forma de ejercer el poder similar a la de una fuerza natural o de la fortuna, cuya potencia parece más caprichosa que planificada. La pregunta dejó de ser si está dispuesto a hacer lo que dice, sino qué lo puede detener.

Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis, profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP

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