Trump y aranceles: un mal precedente
![FILE PHOTO: U.S. President Donald Trump at the Oval Office in Washington](https://www.latercera.com/resizer/v2/RVI6EAAXEGLZVGYCOFYU4WPLEY.jpg?quality=80&smart=true&auth=23c121de4b7cd7720277e6e0e64cb29248d9be09dbc47da7d9724dc2a1c5af2c&width=690&height=502)
EE.UU. ha marcado históricamente el tono a nivel mundial; en el pasado, por ejemplo, fue un promotor de la apertura comercial. Por ello, avanzar ahora hacia políticas más proteccionistas o reeditar lógicas expansionistas solo elevan la incertidumbre global.
Pese a no cumplir aún un mes en el cargo, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está dando señales claras de cuál será el tono de su segunda administración. No solo comenzó su gestión con una inédita intensidad, sino que ha dejado claro que pretende avanzar con rapidez en sus principales promesas de campaña. En sus primeros 20 días en el cargo emitió casi tantas órdenes ejecutivas como todas las emanadas en el primer año de su primer gobierno, en 2017, ello sin contar con los memorandos administrativos y los perdones presidenciales, que incluyeron a todos los condenados por el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, cerca de 1.500 personas. Su promesa de elevar los aranceles también ha sido parte de las medidas anunciadas en estos días.
Estados Unidos, por su peso específico y su influencia a nivel global, ha marcado históricamente el tono y los lineamientos generales que priman en el mundo. Sucedió en gran parte de Occidente durante los años de la Guerra Fría y desde el derrumbe de la Unión Soviética se extendió incluso más allá. Los principios que regían el orden internacional surgido tras el fin de la Segunda Guerra Mundial siempre contaron no solo con el aval sino también con la activa promoción de ese país. Lo mismo en el caso de la apertura de los mercados y el fomento del comercio internacional, en especial a partir de las últimas décadas del siglo pasado, que favoreció un explosivo crecimiento a nivel mundial y del cual Chile supo sacar provecho de la mano de los tratados de libre comercio. La nueva administración parece, sin embargo, estar imponiendo ahora un tono distinto, que en parte contradice mucho de lo que el propio Estados Unidos impulsó en el pasado. Sus aparentes aspiraciones expansionistas en Groenlandia, el Canal de Panamá, la Franja de Gaza, e incluso Canadá con su insistencia de sugerir que sea el estado 51 de la unión, dan cuenta de un peligroso retroceso. Más allá de que si ello se concreta o no, o se trate de estrategias negociadoras que responden a la lógica transaccional con la que el Mandatario maneja las relaciones internacionales, instala no solo un nuevo clima a nivel global de impredecibles consecuencias, sino que genera además un ambiente de incertidumbre que agrava el ya complejo escenario mundial.
Lo anterior es especialmente relevante en lo relacionado con su apuesta por elevar los aranceles. Si bien lo sucedido en el caso del alza anunciada -y luego suspendida temporalmente- a México y Canadá sugiere que se trata de una estrategia transaccional, menos claro es lo relativo a la promesa de subir aranceles a productos específicos, entre los que se incluiría el cobre. En el caso de las alzas que aplicará a China, en cambio, sí parece más evidente que el Mandatario está decidido a avanzar por ese camino.
Por ello, más allá de cuánto de instrumento negociador o de estrategia hay detrás de esas medidas -ya sea las referidas al alza de aranceles o, por ejemplo, a su reciente anuncio sobre Gaza-, lo cierto es que todo ello sienta un mal precedente, revierte políticas históricas de Estados Unidos e instalan un nuevo tono a nivel mundial cuyas consecuencias aún son difíciles de prever.
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