Un cambio necesario

Huertas comunitarias 1


Por Nicolás Birrell, director ejecutivo de Desafío Levantemos Chile

Dudo que como generación hayamos experimentado cambios más drásticos y profundos como planeta y sociedad como los sufridos en los últimos años. Particularmente en Chile, desde el 18/O y ya con mayor fuerza desde la irrupción del Covid, nos hemos visto enfrentados a una realidad insospechada a la vez que muy confusa. Parece ser claro que no hemos estado a la altura de los tiempos y eso nos ha pasado la cuenta en muchos aspectos que nos llevan a replantearnos el cómo debemos empezar a hacer las cosas. Es aquí donde el rol de la sociedad civil y particularmente la empresa es vital. Atrás quedaron los tiempos en que el Estado era el único garante de los derechos y quien tenía la responsabilidad de hacer cumplir los deberes de la gente. Hoy el rol social de la empresa y demás grupos intermedios cobra una relevancia vital para el bienestar de las comunidades. Si bien, hemos avanzado en este sentido, todavía estamos muy lejos de hacer la real contribución que la sociedad a gritos está exigiendo.

Necesitamos dejar atrás los slogans e ideas preconcebidas y empezar a actuar con mayor consecuencia y convicción en dirección a los reales cambios requeridos. De nada sirven las manoseadas -y falsas- caricaturas del empresario abusador o el empleado displicente y apático. Por supuesto que siguen existiendo ejemplos de unos y otros, pero la realidad apunta en la dirección contraria. En los más de 1.000 proyectos que como Desafío Levantemos Chile hemos hecho a lo largo de todo el país, nos hemos sorprendido de las ganas y el compromiso real de muchas empresas y comunidades que se embarcaron en la ruta del cambio y del hacerse parte de la solución. Y contrario a lo que se puede creer, efectuar esos cambios es más fácil de lo que parece y redunda en un mayor bienestar e impacto económico, social y medioambiental. Es así como en los tiempos que corren la vara con que se medirá a las empresas y su contribución social será mucho más alta y exigente. Ya no bastará como en el pasado con una donación esporádica a una comunidad puntual dentro de su zona de influencia y dar por cubierta la cuota de responsabilidad social empresarial por un semestre dado. Para nada. Hoy, nos encontramos frente a una realidad muy clara y relevante: las empresas que no se comprometan de verdad y en todos sus estamentos con la sostenibilidad a largo plazo tienen fecha de caducidad.

Es nuestra responsabilidad y deber ser mucho más creativos, empáticos y decididos a la hora de aportar a la comunidad, y ciertamente lo que es más importante debemos trabajar junto a ella para encontrar soluciones sostenibles y perdurables a problemas sociales. No se trata de llegar con recetas mágicas para solucionar las dificultades que puedan tener; sino trabajar con y junto a las comunidades, lejos de un enfoque paternalista y asistencialista, para así encontrar colaborativamente respuestas y soluciones certeras y ponerlas en práctica. De lo contrario, saldremos todos perdiendo y seguiremos anclados en fórmulas del pasado ya extintas e inconducentes para el bienestar social.

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