Un cambio sí, pero no de hora
SEÑOR DIRECTOR:
Hoy se producirá un nuevo cambio de hora, generándose una situación que la comunidad científica y múltiples estudios catalogan como desfavorable para nuestro organismo.
Episodios de ansiedad, irritabilidad, menor productividad y efectos en la salud, son algunas consecuencias que podemos ver cuando el reloj biológico se desincroniza con el reloj social. Esto es justamente lo que ocurre al pasar al horario de verano, donde los efectos pueden ir desde mayor riesgo de accidentes vasculares e incremento de incidentes de tránsito, hasta fatiga y menor rendimiento, especialmente durante las primeras semanas tras al cambio, datos avalados por décadas de estudios científicos.
La nula atención al llamado de mantener un horario constante todo el año (el horario estándar, llamado también de invierno) es preocupante para quienes nos dedicamos al estudio de la cronobiología. En marzo del 2022 se conformó un comité interministerial para analizar la conveniencia de esta medida y, sorprendentemente, el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación no fue invitado a ser parte del debate. La sorpresa es aún mayor al evidenciar que el decreto 224, promulgado en agosto del 2022 por el ministerio del Interior, indica que se seguirá cambiando la hora hasta -al menos- el 2026.
Es de esperar que el debate se retome con todos los actores pertinentes y que el bienestar de los chilenos pese más que el interés por tener “tardes más largas”. Se podría argumentar que esto no debería ser una decisión política o económica ya que lo que está en juego es la salud y el bienestar de todos, sin embargo, los aspectos económicos son también un elemento que avala mantener un horario estándar permanente, toda vez que esto contribuye a disminuir problemas de salud en la población, y maximizar el rendimiento escolar y laboral.
Luis F. Larrondo
Director del Instituto Milenio de Biología Integrativa
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