Columna de Luis Pardo: Un derrota política, ideológica y cultural
Por Luis Pardo S., director ejecutivo del Instituto Libertad.
El contundente resultado del plebiscito es una expresión mayoritaria en contra de un mal texto, asestando de paso un duro golpe al proyecto ideológico de la nueva izquierda y el gobierno.
Entre los aspectos más rechazados por la ciudadanía destacan la plurinacionalidad y el espíritu refundacional; la extrema ideologización en materias como el cuidado del medioambiente o el excesivo rol del estado en la provisión de derechos sociales, la consiguiente pérdida de la libertad de elegir; la politización y degradación de la justicia; el debilitamiento del estado de derecho frente a la delincuencia, el terrorismo y la violencia y la inestabilidad que se vislumbraba, entre otras materias.
Es una derrota ideológica y cultural de la izquierda más dura, aunque buena parte de la dirigencia de centro izquierda no tuvo el coraje ni la capacidad de separar aguas de ese proyecto.
¿por qué una derrota ideológica y cultural?
La nueva constitución le metía la mano al bolsillo a los pequeños regantes que perderían sus derechos de agua y a los trabajadores y sus fondos de pensiones. Despertó a quienes aspiran a una casa digna pero además propia, a quienes sufren a diario la delincuencia o la mala atención en salud y un largo etcétera.
En definitiva, quedó en evidencia que no basta la retórica cuando están en juego valores tan consolidados en la cultura nacional.
Eso explica que, en Petorca -símbolo de la sequía- haya ganado el rechazo lo mismo que en Quintero y Puchuncaví, con todo lo que han sufrido por la crisis ambiental.
Eso explica que, en las comunas más populares, no funcionara el discurso que exacerba el odio de clases, los abusos y los privilegios -reales en muchos casos, pero llevados convenientemente a la caricatura en el discurso político- como si funciona para las elecciones normales.
Por eso se trata de una derrota cultural, porque los constituyentes tuvieron la audacia de mostrar sus auténticas “soluciones” y su verdadero rostro, dando a la ciudadanía la oportunidad de apreciar cómo impactaría en sus vidas cotidianas la aplicación de esa ideología.
Esa audacia de la mayoría de los constituyentes sólo se explica porque leyeron mal el resultado del plebiscito de entrada y el castigo a los partidos políticos, expresado en la votación por independientes que resultaron no serlo. Confundieron ambos resultados con un apoyo a sus ideas.
La centroderecha no puede cometer el mismo error y leer equivocadamente el contundente triunfo del rechazo. Debe honrar sus compromisos, evitando la improvisación y las presiones.
Es una oportunidad única, para volver a conectar con la ciudadanía y promover aquellas ideas que mejor sintonizan con valores como el esfuerzo personal, la libertad de elegir, la propiedad como base de la autonomía, el orden como condición necesaria de la libertad y la prosperidad, entre otros que este plebiscito demostró que están latentes y muy vigentes en el sustrato cultural de nuestra sociedad.
A diferencia de quienes desde el apruebo declaran al pueblo interdicto y atribuyen su fracaso a que “el pueblo no entendió”, a que “no supieron leer”, o que fueron “manipulados por los medios” o a una “millonaria campaña de fake news”, es necesario entender este resultado en toda su diversidad y complejidad, para dar la batalla de las ideas con un poderoso cable a tierra, que permita conectar con la voluntad ciudadana mayoritariamente expresada en el rechazo.
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