¿Un gobierno exitoso?

Briones Zaldívar


Por Eugenio Rivera, Fundación Chile21

Me decía un amigo que en su opinión la estrategia económica social del gobierno estaba siendo muy exitosa. Extrañado argumenté que en lo referido a la ayuda a los afectados por la pandemia, hasta ahora no había fluido. Mi amigo casi no me dejó terminar y me dijo: exactamente por eso. La pandemia está siendo utilizada para revertir los logros del estallido social, que hizo que llovieran las declaraciones de que “había que meterse la mano al bolsillo hasta que doliera” e indujo decisiones de elevar las pensiones solidarias, el APS y se anunció un mayor gasto social.

Con el coronavirus todo ha cambiado. Piñera llegó al gobierno con un programa de reducción de la carga tributaria (vía la reintegración tributaria y la reducción del impuesto corporativo de 27 a 25%), de debilitamiento del SII mediante el desdibujamiento de la norma general antielusión y un programa social modesto (subir en 10% las pensiones solidarias con la condición que se aprobara una reforma de pensiones que consolidaba el sistema de AFPs). Desde mediados de marzo se tomaron una serie de medidas de contención de la pandemia que han hecho perder el ingreso a cientos de miles de trabajadores y Pymes. ¿Qué ha hecho el gobierno al respecto? Anuncios.

Con suerte, los informales e independientes comenzaron a recibir a partir del 26 de abril (41 días después de que se anunciaron las primeras medidas contra la pandemia) el bono de $50 mil, si es que se logran superar los obstáculos administrativos. Si bien el gobierno en su campaña comunicacional resalta su conciencia social, Luis Larraín expresa con todas sus letra la idea subyacente a esta política: “Es insensato el reemplazo de los ingresos de todos los afectados”. Para las empresas se anuncian préstamos con garantía estatal con interés cero, que pueden fructificar pues representan un buen negocio para los bancos. Quedan fuera las más de 400 mil empresas no bancarizadas para muchas de las cuales, además, un crédito no resuelve el problema, pues lo que requieren son subsidios. El consenso luego del estallido social de que para avanzar hacia una mayor igualdad y condiciones de vida y salud decente para todos los ciudadanos, de que se necesitaba elevar la carga tributaria en cinco puntos en los próximos años, ha quedado en el pasado. El gobierno ha repuesto los objetivos programáticos de su campaña. La ministra del Trabajo ya ha sugerido que no se podrá establecer la tasa de cotización previsional a cargo del empleador.

Es una apuesta arriesgada, basada en la hipótesis de que la crisis sanitaria y económica pasará rápido (según el IPoM de abril), que la “austeridad” que se está imponiendo a los grupos más vulnerables no alcanzará a traducirse en un nuevo estallido y que la consecuente desaparición de muchas empresas y el deterioro del capital humano no afectará la reanimación de la economía.

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