Un híbrido peligroso
Por Tomás Duval, académico y analista político, Universidad Autónoma
El acuerdo de la Comisión de Sistema Político, Gobierno, Poder Legislativo y Sistema Electoral de la Convención Constitucional sobre el futuro régimen político tiene como ejes centrales un presidencialismo atenuado, un bicameralismo bien asimétrico -con una Cámara que es el Congreso de Diputadas y Diputados, que representa principalmente a la población de nuestro país-, una segunda Cámara que es la Cámara de las Regiones y todo basado en lo que se denominan “organizaciones políticas”. Este diseño, acordado por el órgano constituyente, posee una combinación de elementos e instituciones políticas que hasta ahora lo transforman en un régimen híbrido, lo cual dibuja complejos escenarios y problemas en su funcionamiento que son posibles de atender y mejorar.
El régimen presidencial, contrario a lo que se pudiese pensar, no tiene como objetivo generar un gobierno de mayorías, ello debido a que no existen incentivos para que el Presidente pueda ejecutar su programa de gobierno sin entrar en una compleja negociación con el Congreso de Diputados. Entonces, lo más probable es que tengamos un presidencialismo de minoría y esto puede verse acrecentado cuando, por ejemplo, se dé la coincidencia de la elección presidencial con la elección del Congreso (solo tener en cuenta lo sucedido en año 2018 y 2021). Además, la Cámara de las Regiones se elige en otros tiempos, junto a autoridades regionales. Al contrario, si el Presidente de la República tuviese una mayoría en la Cámara, tal como está en la actual propuesta, lo dejaría con amplios poderes para cambiar y reformar todo sin límite, lo que podría constituirse en una puerta para proyectos autoritarios o una especie de tiranía de mayoría. Los sistemas políticos deben prever que todos los sectores puedan llegar a gobernar alguna vez bajo las mismas reglas.
Con todo, el presidencialismo de minoría se acentúa si se examina la relación establecida entre el Presidente de la República y el Poder Legislativo por sus distintas atribuciones. Los temas de concurrencia en materia legislativa, que suponen una intensa participación del Congreso, podrían constituirse en una figura de chantaje respecto del Ejecutivo, pues ni siquiera éste tendría iniciativa exclusiva en materias financieras y presupuestarias, lo cual disminuiría la acción política de un gobierno.
Por otra parte, si bien la señal sobre la existencia de una Cámara de la Regiones tiene sentido y es un anhelo de los distintos territorios que componen el país, hasta ahora por su diseño -tanto en su configuración como sus atribuciones- no parece ser asimétrica, sino que más bien es una cámara decorativa.
Por último, la equivalencia entre partidos y movimientos políticos -en las denominadas organizaciones políticas-, y el umbral máximo de electividad del 3% (podría ser 0%), establecen una tendencia que se puede traducir en una alta fragmentación política que constituirá una debilidad para el funcionamiento del régimen político.
Teóricamente, es la voluntad política del pueblo quien erige al régimen político, pero también es cierto que la estructura del régimen condiciona la formación de la voluntad política y lo híbrido puede trastocarla.
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