Un país confiable
Por Óscar Guillermo Garretón, economista
Tengo la inquietante impresión de que Chile está acumulando razones para hacerse poco confiable internacionalmente. En lo político y económico se acabaron las certezas que Chile daba. Su institucionalidad otrora alabada, es seguida ahora con preocupación y desconcierto. En lo económico ocurre otro tanto. Teníamos reputación de confiables, pero la irresponsabilidad de la Convención Constitucional y de la política en el año electoral de 2021 con las consecuencias en inflación y deuda pública que hoy vivimos, la mandaron al traste. Ya cayó nuestra calificación internacional de riesgo. Pero quizás lo internacionalmente más grave son las reticencias a enfrentar la renovación del vital tratado con la Unión Europea y la impresentable conducta del gobierno con el tratado Transpacífico conocido como TPP11. La UE ya nos hizo una advertencia pública al respecto. En tanto en el TPP11 el espectáculo es de vodevil. El ministro de Hacienda anuncia que antes de fin de año será firmado; el subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, reputado por su oposición a los tratados de libre comercio, recibe en entrevista a gobiernistas opositores del TPP11 y poco después, Apruebo Dignidad declara que no aprobará ese tratado. ¿Renunció el ministro? ¿Se pidió la renuncia al subsecretario? ¿Salió Cancillería a pronunciarse sobre algo que compromete cientos de miles de empleos? Nada, y La Moneda calla. Pero el silencio va más allá. El TPP11 no necesita que el gobierno intervenga. Está en su último trámite y basta con que el Presidente del Senado lo ponga en tabla para que se vote. El TPP11 comprende como tratado el mayor porcentaje del PIB y de la población mundial. Es inaudito: como país pequeño de fuerte comercio exterior, sufrimos el aumento del proteccionismo en el mundo, pero sus gobernantes bloquean el acceso de Chile al libre comercio.
Pero hay más. El extravagante desaire de negarse a recibir las cartas credenciales del embajador de Israel cuando este ya se encontraba en La Moneda para entregarlas, dio vuelta al mundo. No es cuestión de simpatías en el conflicto del Medio Oriente. Es un asunto de Estado y el Presidente su máximo responsable. Mientras China, potencia mundial, elude pronunciarse sobre el conflicto de Medio Oriente por los riesgos que trae a sus intereses, de la peor manera se involucra a Chile en él. En estos días, tanto el Presidente de la República como el ministro de Hacienda emprenden viaje a EE.UU. Buscan atraer inversiones y es conocida la presencia judía en su comunidad financiera y en la política de EEUU. Israel y la prensa estadounidense se han encargado de destacar el desaire.
Chile parece esforzarse el último tiempo en ganar reputación de errático, impredecible, poco confiable, y eso no es gratis. La cuenta la pagaremos todos los chilenos, aunque hayamos advertido y rechazado estos desaguisados.
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