Un Presidente desatado

SEÑOR DIRECTOR:
Al Presidente de la República se le suele llamar “primer mandatario”. El concepto viene de la siguiente figura: si el pueblo es el mandante, el Presidente sería el primer responsable de ejecutar el mandato que se le encomienda para su periodo presidencial.
Por eso, cobra sentido aquella idea que el Presidente Gabriel Boric ha señalado reiteradamente desde que comenzó a habitar su cargo: su intención es ser Presidente de todos los chilenos, unir al país, acercar la política a las personas, ganarle a la agresividad, etc.
Lamentablemente, la personalidad le ganó al Presidente, logrando precisamente lo contrario. Es cosa de revisar sus últimas actuaciones para advertir de que la prudencia que debe caracterizar a quien dirige los destinos del país no ha sido su principal consejera. Veamos.
Los términos que usó en sus declaraciones contra el gobierno de Israel solo confirman el sostenido descuido que ha tenido en materia de relaciones exteriores, con actitudes y palabras que desprecian la cultura diplomática.
El caso de Cariola es doblemente grave. Primero, al defenderla acríticamente antes de que comenzara cualquier investigación, no repara en que un Presidente no puede comentar investigaciones en curso por las redes sociales, sino defender -como él mismo ha dicho- la separación de los poderes del Estado. Y segundo, cuando baja al barro y se pronuncia sobre la conversación entre la misma diputada e Irací Hassler, no advierte que con él se embarran su figura, la institución presidencial y todo el Poder Ejecutivo.
El último caso es quizás el más explicativo de la imprudencia que ha mostrado Boric como Presidente de todos los chilenos. La inmadura provocación que hizo al recordar una declaración del economista Jorge Quiroz para celebrar (¡!) que Chile está creciendo al 2,6%, refleja que aún no termina de sopesar lo que significa ser Presidente de la República. Que quiera dañar a Evelyn Matthei es comprensible (aunque su estrategia le juegue en contra, como ocurrió hace dos días). Pero enfrascarse en una discusión con un ciudadano, como cuando lo hizo con un “columnista menor”, es un abuso de poder, de esos que él tanto declama detestar.
Las múltiples crisis que azotan a nuestro país requieren de altura de miras y de confianza en las autoridades. Estas actitudes, lejos de mejorar el problema, nos consolidan en un barro del que, a ratos, Boric pareciera no querer salir.
Cristián Stewart
Director ejecutivo IdeaPaís
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