Una Convención Constitucional que representa un nuevo ciclo político

Tía Pikachu


Por Pamela Figueroa, doctora en Estudios Americanos, académica Usach, Observatorio Nueva Constitución

Finalmente, ya tenemos los resultados de una de las elecciones más esperadas e inciertas de los últimos años, la de la Convención Constitucional.

Esperada, porque el proceso de cambio constitucional en Chile ha venido germinando en la movilización de distintos grupos de la sociedad desde 2006, tuvo un primer impulso político en 2016 –con la convocatoria de la presidenta Michelle Bachelet al proceso constituyente abierto a la ciudadanía-, y se logra por el estallido social de 2019 y su interpelación a la elite política.

Incierta, porque dado las nuevas reglas electorales llegaron a inscribirse 1.468 candidaturas para 155 escaños, en una gran diversidad de listas para los 28 distritos electorales, lo que hacía muy difícil proyectar resultados, como había sido en elecciones anteriores en Chile.

El Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución de 2019 dibujó el itinerario constituyente, pero fue en el debate parlamentario posterior donde se avanzó en definir nuevas reglas que permitieran una Convención Constitucional inclusiva. En ese contexto de crisis de confianza y movilización social, distintos sectores plantearon que para que la Convención fuera una instancia legítima, era necesario que fuese inclusiva.

Es así como desde el debate en la mesa técnica que generó la propuesta de reforma al capítulo XV, se planteó la necesidad de incluir la paridad, los escaños reservados para pueblos indígenas, y mecanismos que permitieran a independientes competir en mejores condiciones, entre otras propuestas de inclusión. No sin dificultad, y con fuerte presencia de la sociedad civil en el debate, en marzo de 2020 el Congreso aprobó la ley que reguló el mecanismo de paridad y las listas independientes, y en diciembre de 2020 se reguló la inclusión de escaños reservados de pueblos indígenas.

La buena noticia es que las nuevas reglas electorales han logrado representar la diversidad del país en la Convención Constitucional. La sociedad que se expresó en 2019 se ha traspasado a la representación de la Convención. De los 155 convencionales constituyentes, 77 son mujeres y 78 hombres; 17 miembros son representantes de los 10 pueblos originarios; y 50 son militantes de partidos políticos, mientras que 105 son no militantes, ya sea en listas de partidos o independientes. Estos números expresan además una diversidad de experiencias, trayectorias, edades, profesiones/oficios, y territorios.

Ninguna de las fuerzas políticas tiene mayoría por si misma, por lo que el principal desafío será construir los acuerdos y mayorías para que el nuevo texto constitucional dé cuenta de los sueños y demandas de las chilenas y chilenos, que de acuerdo con los programas y propuestas de las y los convencionales electos, buscan una sociedad más democrática, más justa e inclusiva.

Chile tiene la oportunidad histórica de renovar su pacto social en un contexto democrático. Junto a la elección de convencionales, se eligieron por primera vez gobernadores y se renovaron liderazgos en los gobiernos locales. En estas instancias también surgieron nuevos liderazgos de mujeres, jóvenes y líderes sociales.

Chile empieza un nuevo ciclo político, con nuevos rostros.

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