Una década con voto voluntario
SEÑOR DIRECTOR
El 31 de enero de 2012 entró en vigencia la ley sobre inscripción automática y voto voluntario. Un mes antes, la empresa Datavoz dio a conocer una encuesta en que afirmaba que el 81% de los chilenos iría a sufragar aunque el voto fuese voluntario. Según el sondeo, se anticipaba una participación cercana a los 10 millones de electores en la elección municipal de 2012. La estimación de la encuesta falló, y por mucho: asistieron menos de 5,8 millones. Desde el retorno a la democracia, ninguna elección tuvo tan baja participación, excepto la siguiente, la municipal de 2016, que tuvo apenas 4,9 millones de sufragios.
El fantasma de la abstención ha continuado y la forma de evitarlo es simple: regresar al mal denominado “voto obligatorio”. Digo mal denominado porque es la asistencia a sufragar la obligatoria. Está claro que pasar al voto voluntario fue un error; lo importante ahora es enmendarlo y que los comicios futuros sean con asistencia obligatoria. Ya se dio un paso con la reforma que estableció la obligatoriedad de asistencia al plebiscito de salida para aprobar o rechazar la propuesta de nueva Constitución.
Juan Pablo Bravo Valdés
Director del Instituto Chileno de Derecho Electoral
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