Una eterna espera
SEÑOR DIRECTOR:
Si hay algo que ningún sistema de salud, en ninguna parte del mundo puede hacer, es darle todas las prestaciones, a toda la población, altiro. Todos los países buscan formas de modular el uso que se hace de los recursos sanitarios disponibles para la sociedad, y lo hacen a través de dos formas: el copago y la lista de espera. Unos países optan por incrementar el gasto de bolsillo a través del copago, materia en la cual Chile tiene una triste trayectoria (los bingos). La otra forma de regular la demanda en salud es a través de las listas de espera. En sistemas no segmentados como el nuestro, la lista de espera es una forma democrática de gestionar la demanda por prestaciones porque no depende de la capacidad de pago de las personas.
Desde la reforma de salud de 2005, todos los gobiernos han hecho esfuerzos por resolver las listas de espera. Unos haciendo eliminaciones masivas de personas de las listas de espera (los “exceptuados”). Otros a través de la implementación de medidas excepcionales de incremento en la capacidad de prestación de los servicios de salud, que resultó en Chile en la distorsión de la compra descontrolada a privados. Ambos mecanismos han resultado en externalidades de severo impacto sobre la gestión sanitaria en nuestro país, ya sea por descrédito en el primer caso, o por impacto presupuestario en el segundo.
La solución a este problema es compleja. Requiere de una reingeniería completa del sector, desde la incorporación de una verdadera solidaridad, pasando por la informatización total e integrada de la atención en salud, hasta un rediseño de las vías clínicas para acceder a atención especializada desde la atención primaria además de intervenciones de mejora de calidad y gestión de los pabellones quirúrgicos. Ojalá no tengamos que seguir esperando.
Vivienne Bachelet
Académica de la Escuela de Medicina Usach
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