Una marca registrada



Por César Barros, economista

Sebastián Depolo -los Sebastianes nos tienen inquietos- dijo, “sin querer queriendo”, que el plan económico del FA+PC y otros produciría desestabilización. De inmediato surgieron las críticas, y no solo desde Chile Podemos Más o del comando de JAK, sino hasta del mismísimo PC. Sebastián tuvo que pedir disculpas y renegar de sus palabras, como Galileo frente a la Inquisición. Pero, probablemente después de la disculpa, y como Galileo, debe haber murmurado: “e pur si muove”. Inestabilidad tendremos, salga quien salga, y en particular si llega primero el FA+PC.

La verdad es que, salvo unos pocos ilustrados que leen a fondo los programas electorales, la gente se va formando opiniones lentamente, a través de imágenes, de declaraciones, frases famosas y actitudes vistosas. Es lo que se llama ir formando “una marca” que perdura y se construye, como la de Coca Cola. Y la “marca registrada” del FA+PC, de su abanderado y de sus guaripolas ha sido de desestabilización de principio a fin. Desde el movimiento estudiantil con sus molotov y su violencia; sus ataques sin piedad a carabineros y FF.AA.; su oposición a las leyes antibarricadas y de defensa de infraestructura por las parte de las FF.AA.; la petición de indulto a saqueadores e incendiarios; las tratativas de derrocar a un Presidente elegido democráticamente, incluso con columnistas a sus órdenes “prontuariando” a quien nunca ha sido condenado a pesar de los constantes intentos; sus continuos ataques al empresariado, tratándolos de “extractivistas” coludidos y ladrones; y la negativa -salvo la de su actual candidato, por lo cual ha sido insultado y maldecido- de firmar el acuerdo de noviembre del 2019.

La gente no leerá los programas, pero sí ve gente armada en La Araucanía, ve los incendios y las tomas ilegales, y leen los rayados en las calles: “muera Piñera”, “mueran los ricos”, “maten pacos”. Entonces, disculpas o no disculpas de Sebastián Depolo, la “marca registrada” del FA+PC no es precisamente de estabilidad ni tranquilidad. También tienen su prontuario (Matamala dixit).

En los 60 y 70 la izquierda convenció al resto que nos querían llevar a una sociedad imitación de Cuba, Alemania Oriental o la difunta URSS. Por las buenas o por las malas. El discurso fue largo: al menos una década. Sus cambios serían revolucionarios, y partieron sin miramientos: reforma agraria de mar a cordillera y de Arica a Magallanes, industrias estatizadas y la famosa ENU estatal. Defendieron la violencia callejera, al MIR y a la VOP. Y tan convencidos nos dejaron de “los momios al paredón y las momias al colchón” que la reacción fue feroz, sangrienta e implacable.

Hoy por supuesto se gritan otras cosas, aunque no menos terribles. Y -a diferencia de la UP- se incendia, se destruye y se profana, y se asusta a la gente. Pero la gente no es lesa y sabe que los que apoyan a los gobiernos de Maduro, Ortega y Kim Jong-un están equivocados; que el Muro cayó por inepcia y que los venezolanos llegan a Chile por la estupidez de Maduro. Y, lamentablemente, gran parte de la comparsa del FA+PC les tienen un cierto cariño en su corazón y “se les escapa” en sus declaraciones, y no solo una vez.

Sebastián Depolo solo dijo lo que piensa -y no es niño ni curado-, es resultado de lo que sus compañeros de ruta han dicho siempre: la turbo retroexcavadora se viene. Si uno recopila lo que dijeron antes, tiene la misma sensación de leer Mein Kampf después de 1945: estaba todo dicho y escrito antes.

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