Una nueva esperanza
Agosto, el mes en que se invita a saludar a la niñez, se encuentra con la esperanza de la Política Nacional de la Niñez y Adolescencia 2024-2032 y el anuncio de su plan de acción como marco para el reconocimiento de los niños, niñas y adolescentes y la priorización de su bienestar.
Con ese contexto, revisar los compromisos legislativos y estándares internacionales no cumplidos por Chile aparece como un deber. Existen argumentos. La sola implementación de la Ley 21.430, sobre garantías y protección integral de los derechos de la niñez y adolescencia, entrega material.
Aun cuando esa revisión es una opción, también lo es llamar la atención sobre temas de la agenda nacional que se están abordando de formas que pueden hipotecar el futuro de la niñez y la adolescencia, más allá del cumplimiento de leyes o políticas públicas.
El uso excesivo de violencia para sostener lo que, a veces, no son más que diferentes puntos de vista; la falta de voluntad real para lograr acuerdos políticos o económicos que permitan avanzar en temas transversales que afectan directamente la etapa de la niñez y la adolescencia; y la utilización de temas sensibles - como los abusos o violencias sexuales - para fines distintos al resguardo y reparación qué se debe a quienes sufren esa brutal experiencia, podrían estar hipotecando el futuro.
Cuando la violencia, la descalificación o la manipulación se instalan como formas de obtener logros en el corto plazo, sin proyectar los efectos en el mediano o largo plazo, le heredamos a niños y niñas una visión: hacerlo entrega un resultado de corto plazo, con bajo costo y sin la necesidad de proyectar el futuro. No parece justa esa hipoteca. Las personas adultas deberíamos cuidar el presente, pero también el futuro de nuestras niñeces: en el lenguaje, en los modos, en los comportamientos y en todos los espacios.
Esa hipoteca puede tener costos altos y ya los podemos ver. Que estudiantes escolares resuelvan sus diferencias a golpes, que adolescentes sean parte de bandas criminales o que se revictimice a niños y niñas víctimas de abusos sexuales, debería llamarnos profundamente la atención.
Ojalá que este nuevo agosto y su nueva esperanza sea, en verdad, una nueva oportunidad.
Ximena Gauché Marchetti
Abogada y doctora en Derecho
Profesora titular y vicerrectora de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio de la Universidad de Concepción
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