Una nueva regla fiscal para Chile

Ministerio de Hacienda

Lo que resulta claro es que se requerirá una nueva regla fiscal, que vaya más allá del balance estructural, y que incluya también como indicador la deuda bruta, que tal como lo señala el FMI constituye el stock ancla para evaluar la sostenibilidad fiscal de mediano plazo de un país.



Que Fitch recortara la nota de la deuda soberana de Chile desde “A” a “A-” no fue una sorpresa ni para los técnicos ni para los mercados. En la literatura es bien conocido que elevados y crecientes niveles de endeudamiento pueden generar un deterioro de la calificación crediticia (Afonso y Gomes, 2011). Lamentablemente se ve lejana una consolidación fiscal que incluya un aseguramiento de convergencia de los déficits efectivos y una estabilización creíble de los niveles de endeudamiento. Lo que resulta claro es que se requerirá una nueva regla fiscal, que vaya más allá del balance estructural, y que incluya también como indicador la deuda bruta, que tal como lo señala el FMI constituye el stock ancla para evaluar la sostenibilidad fiscal de mediano plazo de un país.

Un modelo para seguir podría ser el freno a la deuda (Debt Break) suizo. En 2001, los suizos aprobaron el denominado freno a la deuda pública, el cual está codificado en el artículo 126 de la Constitución. Esta regla entró en vigor en 2003 y como resultado se logró que la relación deuda/PIB baje del 53% en 2005 al 37,3% en 2020. El límite máximo, o techo, de los gastos totales que debe aprobarse en el presupuesto de cada año se basa en los ingresos previstos teniendo en cuenta la situación macroeconómica del país. Las cláusulas de escape o de excepción que incluyan requerimientos financieros excepcionales pueden justificar una aprobación de gasto por sobre el techo de gasto. Sin embargo, si el gasto total en los balances financieros del Estado excede el techo de gasto autorizado (ya sea en tiempos normales o de excepción) la compensación por este gasto adicional debe realizarse en años posteriores. Esta sanción automática que implica pagar lo gastado por sobre lo autorizado, es finalmente lo que garantiza que el país mantenga sus ingresos y gastos en equilibrio en todo momento. La implementación de dicha regla está regulada por ley.

En la práctica, el freno de la deuda se aplica cada año durante la discusión del presupuesto y se recalcula y controla con los balances financieros anuales. Los superávits y déficits ajustados cíclicamente son captados en una cuenta de compensación. Si no se cumplieron los requisitos durante la ejecución del presupuesto (por ejemplo, debido a créditos suplementarios excesivos) y la cuenta de compensación muestra, por tanto, un déficit, el marco normativo contiene un claro mecanismo de sanción: el déficit de la cuenta de compensación debe ser compensada en su totalidad.

A mediano plazo, es decir, a lo largo de un ciclo económico, el presupuesto del país se equilibra con el freno de la deuda: se deben generar superávits durante los booms económicos para compensar los déficits de la recesión posterior. Los gastos se limitan al nivel de los ingresos estructurales, es decir, ajustados cíclicamente. Esto permite una tendencia de gasto constante y evita una política de stop-and-go (que den lugar a un boom económico o a una recesión).

Dado el éxito del freno a la deuda suizo, Alemania introdujo una política similar en 2011. Chile podría en los próximos años estudiar modelos similares que también sean acordados y queden registrados en la nueva Constitución Política de la República de Chile, para avanzar no solo en los derechos garantizados constitucionalmente, sino que también en los deberes que tenemos como país.

-El autor es decano de la Facultad de Economía y Empresa UDP

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