Columna de Rafael Sousa: Una prueba de mecánica de suelos para el Presidente y el PC

Venezuela's President Nicolas Maduro closes his political campaign, in Caracas


La elección que se llevará a cabo este domingo en Venezuela, tendrá como consecuencia inmediata un periodo de incertidumbre y probablemente de crisis. Con las encuestas dando una amplia ventaja al candidato opositor y sin garantías sobre la limpieza del proceso, un triunfo oficialista merecerá dudas y una derrota no garantiza una transición democrática. En Chile, será una especie de prueba a la resistencia del suelo que sostiene el edificio que habitan el Presidente Boric y sus aliados comunistas, ya socavado por varias declaraciones del líder del PC.

El Presidente Boric o su canciller, en cualquier circunstancia deberán tomar posición frente a las señales y decisiones de Maduro. Esta será crítica y eventualmente drástica. El PC respaldará a ese régimen en la declaración o el silencio. Como las elecciones, y los eventos que las siguen, no pueden ser otra cosa que impecables o ilegítimas -algo que deberíamos tomarnos en serio antes de discutir cambios en el sistema electoral a menos de cien días de votar- solo podrá defender al gobierno venezolano contradiciendo a aquel del cual forma parte. Sus socios del Socialismo Democrático serán, nuevamente, críticos de Maduro. Cualquier defensa que pueda hacer el PC sobre ese régimen, lo encontrará solo, tal como lo encontró su desacuerdo con procedimiento policial en Villa Francia o el proceso judicial de Daniel Jadue.

El aislamiento al que Carmona está conduciendo al PC, y que probablemente se vea profundizado este domingo, puede ser motivado por la convicción o el cálculo. O ambos. Sus convicciones más inmediatas incluyen un anticomunismo instalado no solo en la derecha, sino también soterradamente en algunos socios de coalición, y un sentido de misión en cuanto a frenar a una derecha extrema. Lo primero explica sus polémicas con el gobierno de Boric, lo segundo sus retrocesos en nombre de lo que consideran una batalla mayor. Su cálculo probablemente incluye el horizonte electoral de este y el próximo año, en que sabe que puede tensar la cuerda de la coalición, pero no cortarla si aspira a mantener su representatividad. A la vez, necesita distinguirse de las generaciones de recambio del PC que aspiran a ganar la dirigencia de este partido en las elecciones internas de fin de año. Para ese efecto, sus desafíos a Boric cumplen una función: presentar a estas generaciones, que ocupan los principales cargos del PC en el Ejecutivo, como tibias y descomprometidas con los objetivos partidarios.

Quizás en su visión histórica, piensa que esta versión socialdemocratizada del Frente Amplio y de los PC boricistas, no volverán a representar una alternativa de cambio estructural cuando regresen esos ánimos al país. Que el PC -su PC- será la única izquierda de verdad. Pese a esto y a las diferencias entre el Presidente y Carmona, que este domingo se volverán a evidenciar, un divorcio parece improbable por sus costos. Todo indica que deberán seguir habitando el edificio pese a los socavones y arreglar las cuentas en 2026.

Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis y profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP

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