Una recuperación económica con sentido
Las medidas propuestas no resuelven todos los desafíos pendientes. Sin embargo, colaboran en la reactivación del tejido productivo, estimulan la generación de más y mejores empleos y, sobre todo, cobran sentido al encontrarse al servicio de la ciudadanía.
Comienzan los primeros anuncios para preparar el desconfinamiento y tener una reapertura económica. Los meses que gran parte de los chilenos hemos estado confinados producto del Covid-19, nos debieron haber invitado a reflexionar y replantearnos cómo poder continuar de aquí en adelante, cómo recuperarnos económicamente, cómo recuperar los empleos perdidos y cómo volver a las vías de desarrollo.
Tomemos como ejemplo a la Unión Europea, que más allá del monto acordado de 750 mil millones de euros, el valor en su plan de reactivación radica en el acuerdo que lograron los 27 líderes para llegar a un plan económico, sanitario y social para avanzar por un bien común, porque saben que sus países y habitantes lo necesitan.
En Chile, se realizó un esfuerzo en este sentido. Una propuesta por US$7.000 millones resultado del consenso de una serie de gremios (CPI, CChC, Copsa, entre otros) que fue presentada a las autoridades del MOP. El énfasis: la creación de empleos (253 mil) a corto, mediano y largo plazo, focalizado en obras de infraestructura urbana, transporte, hídrica, digital y viviendas.
En tanto, el MOP prepara un plan de recuperación a través de inversión público-privada con obras que puedan llamarse a licitación en el corto plazo, generen mano de obra directa e indirectamente, aporten y multipliquen el crecimiento del PIB y sean inversiones de adaptación al cambio climático.
Las medidas propuestas no resuelven todos los desafíos pendientes. Sin embargo, colaboran en la reactivación del tejido productivo, estimulan la generación de más y mejores empleos y, sobre todo, cobran sentido al encontrarse al servicio de la ciudadanía, porque estos tipos de obras de infraestructura se encuentran presentes en cada lugar y en el diario vivir. Además, tras éstas hay personas y familias que buscan acceder a una mejor calidad de vida.
Parece ser entonces un buen momento para replantear el foco de algunos esfuerzos. ¿Cuántos hogares carecen de servicios básicos?, ¿cuántos se encuentran aislados física y digitalmente?, ¿cuántas familias aún no tienen un hogar?, ¿cómo logramos barrios que ayuden a mejorar la calidad de vida de sus habitantes? Hemos de esperar que se logren los compromisos necesarios, se focalicen los esfuerzos y se implementen medidas en pos de la ciudadanía para avanzar en resolver estos desafíos.
Sigamos el ejemplo de otros países en alcanzar acuerdos, para que podamos superar la pobreza, revertir la destrucción de empleos y volver a las vías de desarrollo. Este desafío requiere que actuemos responsablemente, con compromiso, pensando en el bien común, con sentido de urgencia en el corto plazo, pero sin perder de vista el mediano y largo plazo.
-El autor es director de Clapes UC
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