Una urgente rectificación
Por Carlos Ominami, economista
La crisis es global y casi nada ni nadie se escapa. Sin embargo, las respuestas de los gobiernos han producido resultados muy diferentes. En un extremo, los países encabezados por negacionistas como Trump y Bolsonaro, que han amplificado al extremo la catástrofe. En el otro, Corea del Sur o Nueva Zelandia, que gracias a estrategias rigurosas de testeo y seguimiento pueden declarar hoy día controlada la pandemia.
Con más de 150 mil contagiados, Chile ha pasado a formar parte de los 10 países con mayores contagios. Somos el país con la más alta tasa de contagio del mundo, superior incluso a la de EE.UU. o de Brasil.
La crisis sanitaria sigue fuera de control. Miles de contagiados activos no están aislados y circulan por las calles y asisten a sus trabajos. Hay una suerte de desobediencia popular respecto al confinamiento. La necesidad de salir para garantizar la subsistencia lleva a no respetar las normas. La principal responsabilidad recae sobre la avaricia fiscal que se manifestó en el Bono Covid de $50 mil y en el posterior Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) muy insuficiente y de baja cobertura.
Es así como, a 90 días de iniciada la crisis, se vuelve a discutir sobre el monto y la cobertura del IFE, y el gobierno, apoyado por un grupo de economistas que de “transversal ” tiene bien poco, continúa regateando proponiendo una cifra arbitraria, entre $80 mil y $90 mil, muy por debajo de la línea de pobreza. Desde un principio, desde el Foro para un Desarrollo Justo y Sostenible y del conjunto de la oposición hemos planteado la necesidad de una Renta Básica de Emergencia de $370 mil que le permitiría a una familia de tres personas vivir justo por encima de la línea de pobreza. Una ayuda transitoria de este tipo haría mucho más legítima y eficaz una vigilancia más estricta de las medidas de confinamiento.
El caso del IFE es la más clara expresión de la ceguera gubernamental. No es la única. Es también el caso del Fogape y los créditos de BancoEstado, que no alcanzan a la mayoría de las Pymes, y de los escasos recursos transferidos a los municipios, a los cuales se les exige cada vez más y ni siquiera se los compensa por los ingresos que han dejado de percibir.
Para divisar luz al final del túnel se requiere una rectificación profunda. El llamado a un acuerdo para un Plan de Emergencia parecía abrir la posibilidad. Sin embargo, la propuesta formulada por el ministro Briones no aporta nada nuevo. La locura, según Einstein, es “hacer lo mismo una y otra vez esperando resultados diferentes”.
Urge rectificar. El Proyecto de Acuerdo aprobado por una amplísima mayoría de diputados el miércoles pasado, instando al Presidente de la República a aplicar un Plan de Emergencia integral, es una luz de esperanza. Constituye una buena base para que la oposición impulse esa urgente rectificación. Ojala así sea, porque nada podría ser más grave que la combinación entre un gobierno inepto y una oposición estéril.
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