¡Ustedes tienen disonancia cognitiva, pero yo no!

Dementia


Una de mis frases favoritas del libro las aventuras de Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle (1892) es la siguiente: “Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se ajusten a las teorías, en lugar de ajustar las teorías a los hechos”-.

Por esto y mucho más, Sherlock Holmes, es uno de mis personajes favoritos, el mejor detective del mundo que usando el método científico y la ciencia de la deducción podía resolver casos enigmáticos que nadie en el Londres victoriano podía resolver.

Su creador Conan Doyle, fue un escritor, médico y ferviente defensor de los oprimidos, que incluso ayudó a resolver un crimen utilizando la metodología de su afamado detective.

Teniendo en cuenta lo anterior, fue toda una sorpresa enterarme que Sir Arthur, el creador de mi héroe, fuera un espiritista y seguidor de médiums que creía comunicarse con los muertos. Es más, llegó a creer que dos hermanas eran visitadas por Hadas, viendo solo unas fotos en las que era evidente el fraude.

Su amigo, el gran mago Houdini, le explicaba los trucos y engaños de los espiritistas, Sin embargo, Conan Doyle contrarrestaba estas explicaciones con complicadas elucubraciones. Houdini y Conan Doyle finalmente terminaron su larga amistad, enfrascados en amargas controversias públicas.

El curioso caso de Conan Doyle nos ayuda a entender una “teoría” psicológica muy en boga el año pasado llamada disonancia cognitiva. Este concepto fue formulado en 1957 por el psicólogo Leon Festinger, y trata de explicar cómo lidiamos con el estado incómodo o de desarmonía que se genera cuando nuestras ideas, sistemas de creencias o pensamientos, entran en conflicto o se contradicen.

A los humanos no nos gusta entrar en conflictos e inconsistencias mentales, y para evitar esta incomodidad, ajustamos nuestras ideas y comportamientos a nuestro discurso con tal que suene adecuado. Además, buscamos nueva información y reinterpretamos nuestro discurso para retener nuestras propias creencias.

Un ejemplo muy interesante proviene de la famosa investigación de Leon Festinger en los años 50. Durante su investigación en la Universidad de Minessota, Festinger, se enteró de la secta apocalíptica “The seekers” (Los Buscadores), los cuales profetizaron el fin del mundo el 21 de diciembre de 1954. La líder, Marian Keech, decía transmitir mensajes de origen alienígena, haciéndole creer a sus seguidores que en el día del juicio final una nave espacial llegaría a la tierra y los salvaría mientras el resto del mundo moriría.

Festinger y colaboradores, investigaron a los miembros de la secta con el fin de documentar la reacción de los seguidores/sectarios cuando no llegara ningún platillo volador, ni el mundo se destruyera. Oportunidad perfecta para estudiar disonancia cognitiva; debido a la importancia vital y significativa de la experiencia que tenía para los miembros de la secta.

Finalmente, el frustrado día del juicio final, después de horas esperando junto a su líder, esta les comunicó que había recibido un nuevo mensaje desde el planeta Clarion, el cual decía que gracias a la fe de “los buscadores” el mundo se había salvado.

Posterior a esta fallida profecía, algunos miembros abandonaron la secta, mientras que otros se radicalizaron y comenzaron un proselitismo evangelizador ¡El ejemplo perfecto de disonancia! debido a que los miembros de la secta debían conciliar la idea del fin del mundo y la idea de que todo siguió igual.

A pesar de lo contradictorio, muchos de ellos acomodaron la nueva información entregada y ajustaron su discurso tratando de evitar el malestar mental. El detalle de esta investigación por Festinger y colaboradores lo encuentran en el libro When prophecy fails” (Cuando las profecías fallan).

El año pasado en un articulo en la revista “The Atlantic” los psicólogos Elliot Aronson y Carol Tavris, expertos en disonancia cognitiva, discutían el rol de la disonancia cognitiva en época de la pandemia por Covid-19. Ellos comentan sobre la gente que se resiste a cambiar su forma de pensar y actuar, como es por ejemplo el uso de mascarilla, frente a la evidencia científica disponible.

Aronson y Tavris comentan que cuando un hecho se contrapone a convicciones preexistentes, algunos prefieren poner en peligro su salud y del resto de la comunidad, antes de aceptar la nueva información o admitir que están equivocados.

Esto se repite en diversos escenarios, como adherencias a partidos políticos, ideologías, seguidores de pseudociencia, convicciones religiosas o espiritual, etc. En resumen, es más probable que dejen que esa lealtad piense por ellos, distorsione sus ideas o ignoren la evidencia, que desafiar sus propias convicciones o lealtades.

En el libro Mistakes Were Made (But Not by Me) (Errores fueron cometidos, pero no por mí) Aronson y Tavris discuten muchos casos de disonancia cognitiva desde los antivacunas, miembros de sectas, hasta la disonancia política en tiempos de Trump.

¿Pero qué sucede con mi cerebro cuando experimento la disonancia? Estudios de neuro-imagen donde someten a los participantes a decir cosas que ellos no creen, como ejemplo de disonancia cognitiva, sugieren que hay cambios en la actividad de ciertas zonas del cerebro.

Dos zonas de particular interés en este proceso son la corteza frontal medial posterior y la ínsula. La primera es una región clave en el control de la conducta y personalidad y la segunda es una estructura que actúa como monitor psicológico de conflictos. Estas dos zonas cerebrales exhibían una gran actividad cuando los sujetos no estaban de acuerdo con lo que decían (Dominguez,2016).

Aronson Y Tavris nos dicen que cambiar nuestras mentes no es imposible. Debemos encontrar una manera de vivir con incertezas, informarnos de manera adecuada y modificar nuestras ideas preconcebidas cuando encontremos evidencia que nos hacen entrar en contradicción. Esto requiere de una constante autorreflexión que involucra vivir con la disonancia, detectarla y evitar lanzarse inmediatamente a la auto justificación.

Pero en lugar de entrar a enrostrar la disonancia sugiero realizar el siguiente ejercicio o auto cuestionamiento: la información que estoy recibiendo o el comentario que estoy emitiendo ¿está en sintonía con mi disonancia? O ¿es algo con evidencia objetiva?

Mientras, yo haré la “gimnasia mental de seguir admirando a Sir Arthur Conan Doyle en el periodo que escribió sobre mi héroe, pero teniendo en cuenta una de las frases que aparece en el libro “El signo de los cuatro” (1894): “Una vez descartado lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, debe ser la verdad”.

*Universidad Yale

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