Vacaciones, ¿forzosas o forzadas?
Por Verónica Villarroel, directora del Centro de Investigación y Mejoramiento de la Educación, Facultad de Psicología, Universidad del Desarrollo
La saturación de la red asistencial pediátrica por peak viral ha llevado a cerrar los colegios por cerca de un mes. Se adelantan y extienden las vacaciones de invierno, sin plena claridad si esta es la mejor decisión. ¿Qué pasa con la temida brecha de aprendizaje pospandemia? ¿Con los problemas de adaptación y convivencia social que han brotado después del confinamiento? ¿Con los apoderados que trabajan fuera del hogar sin apoyo para el cuidado de sus hijos? ¿Con el desgaste y malestar asociado al confinamiento? Respuestas que no aparecen en la discusión de esta medida.
Cada vez más, los gobiernos, la sociedad y las familias nos vemos obligados a tomar decisiones sin que existan precedentes o experiencias previas que las avalen. Bajo esta premisa, resulta necesario instalar la práctica de analizar el contexto y características del sector para el que se toman tales resoluciones. En este caso, comprender la realidad de las instituciones escolares del territorio nacional, más allá si son públicas o privadas, de régimen semestral o trimestral, de regiones o la capital. No todos los colegios públicos de una comuna son iguales; algunos tienen cinco cursos por nivel y más de 45 alumnos por curso, pero otros no tienen más de 15 estudiantes. Hay colegios que han mantenido como alternativa, la educación remota para cursos con brote Covid-19, porque cuentan con las condiciones y competencias para hacerlo bien, pero en otros, hablar de educación online provoca fobia. Hay familias que cuentan con flexibilidad laboral para atender a los niños en casa, pero para muchas otras el trabajo a distancia es imposible.
Probablemente, los equipos directivos son los más idóneos para decidir si, para su comunidad educativa, es mejor alinearse a una medida general, o bien idear una estrategia particular que se ajuste mejor a ellos. Quizás para algunos (o muchos), adelantar/extender las vacaciones es algo positivo, pero sin duda, algunos (o muchos) desearían otras soluciones. ¿Qué pasa si, en vez de esperar al 29 de junio y adelantar vacaciones de invierno, se toman medidas ahora, en plena alerta sanitaria? Y que, por ejemplo, cada escuela determine si: a) se van a educación remota, b) la jornada escolar se acorta: mañana presencial y tarde de clases remotas, c) los cursos numerosos se dividen: unos vienen en la mañana y otros en la tarde, d) o, una semana viene un grupo y la siguiente el otro, e) siguen en clases normales, debido a que el colegio cuenta con pocos alumnos y está sin brote viral, f) se adelantan las vacaciones solo para estudiantes que van al día, y siguen en clases los que tienen rezago escolar a modo de reforzamiento y nivelación, g) se adelantan las vacaciones para estudiantes del ciclo preescolar y básica, alumnos de enseñanza media siguen en clases, h) se adelantan vacaciones para todos por alto contagio. Estas son algunas de las muchas opciones (y combinaciones) posibles, que cada institución junto a la Secreduc, DAEM o SLEP, y su comunidad educativa, podrían tomar.
Para este Chile que cambió, el respeto a la diversidad de las instituciones educativas, el reconocimiento y ejercicio de su autonomía deberían ser prioridad. La experiencia muestra que las escuelas destacadas por sus logros, son aquellas capaces de analizar su realidad, evaluar su trayectoria y tomar decisiones oportunas en base a evidencias. En respeto a ello, sería interesante que se les pueda extender a sus directivos, la invitación a pensar cuál es la mejor forma de enfrentar el contagio viral y terminar esta primera parte del año en su contexto escolar.