Violencia gineco-obstétrica
SEÑOR DIRECTOR:
Resulta profundamente desolador reconocer que una de cada tres mujeres ha sido víctima de violencia gineco-obstétrica, según la Encuesta Nacional de Violencia contra la Mujer. Este dato no solo nos interpela como sociedad, sino que nos obliga a reflexionar sobre cuánto hemos normalizado estas prácticas abusivas.
¿Estamos realmente trabajando para transformar estas realidades? ¿Qué tan comprometidos estamos con sensibilizar a los equipos médicos sobre el impacto que tienen sus acciones, o indiferencia, en momentos de extrema vulnerabilidad, como lo son aquellos relacionados con la salud sexual y reproductiva?
Las Instituciones Formadoras en Salud enfrentamos una difícil tarea, pero fundamental para el cambio de paradigma: educar a nuestro estudiantado en ambientes libres de violencia, donde el buen trato sea pilar fundamental del aprendizaje. Si logramos albergar estas prácticas en nuestros espacios educativos, no solo estaremos formando mejores profesionales, sino también personas comprometidas con una atención ética y humanitaria.
Sin embargo, no podemos detenernos ahí. Es imprescindible acompañar y apoyar a quienes ya ejercen en las instituciones de salud. Necesitamos crear espacios donde los profesionales puedan cuestionar sus propias prácticas, reconocer sus necesidades emocionales y laborales, y construir colectivamente un entorno libre de toda forma de violencia. Solo así podremos garantizar que la atención brindada esté a la altura de la confianza que depositan en nosotros, con dignidad y amor.
Marcela Puentes
Directora Escuela de Obstetricia y Neonatología UDP
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