SEÑOR DIRECTOR:
A la reciente crisis de la distribución eléctrica se suma la lamentable noticia de que, a pesar de las tasas extraordinarias impuestas a las importaciones de acero de origen chino, la siderúrgica Huachipato terminará sus operaciones.
Tanto la crisis energética, exacerbada por los cortes masivos de suministro de Enel tras el sistema frontal, y que ha puesto de manifiesto las deficiencias de nuestro modelo energético actual, como el asunto del acero, comparten características comunes a pesar de ser mercados profundamente diferentes. El primer suceso afectó a miles de hogares, que incluso se mantienen a oscuras hasta hoy, exponiendo la vulnerabilidad de los ciudadanos ante la decisión empresarial de no invertir lo necesario en mantenimiento y prevención de la red eléctrica; mientras que en el segundo caso se pone a los trabajadores como moneda de cambio para imponer un arancel alto para mejorar las utilidades.
Ambas situaciones muestran desinterés por la mejora continua y la adopción tecnológica por parte de Enel y CAP, inversiones que muchas veces no requieren coordinación pública, sino voluntad por mejorar la calidad del producto y la productividad del negocio. La falta de gasto privado para aumentar la eficiencia de los procesos productivos y para incorporar nuevas tecnologías obliga a preguntarnos quién lo hará, dado que son elementos clave para un desarrollo económico sostenible del país.
Es hora de pensar y discutir una política industrial seria que potencie las industrias estratégicas e incremente el gasto público y privado en investigación, desarrollo e innovación, no solo en los sectores energético y siderúrgico, sino de manera agregada. La intención de empresas como CAP de monopolizar el mercado del acero a través de sobretasas al acero chino y la displicencia de Enel frente a las mejoras de infraestructura necesarias son ejemplos claros de cómo la ineficiencia empresarial puede poner en riesgo el bienestar de trabajadores y consumidores.
Pablo Inzunza
Juan José Berger
Fundación Nodo XXI
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