¿Volver a la normalidad?

SEÑOR DIRECTOR
A fin de año miramos qué pasó con más perspectiva. En educación, continuaron moviéndose estructuras que antes de la pandemia parecían estáticas. Por un lado, con las comunidades educativas ajustándose a lo remoto o a lo híbrido según el Plan “Paso a Paso” siguieron apareciendo dificultades; y por otro, docentes de todos los contextos se abrieron a innovar, a aprender a usar recursos tecnológicos, a colaborar y a reflexionar más detenidamente sobre su quehacer.
Con el avance de la vacunación, y la evidencia sobre las consecuencias de la pandemia en las brechas de aprendizaje y el bienestar socioemocional, el regreso a las aulas se volvió prioritario. Y todo en medio de un escenario inestable, en el que los colegios y jardines infantiles demostraron tener una capacidad de acción sin precedentes.
Mucho de lo acontecido nos ha permitido mirar el proceso educativo con mucha más apertura, y no debemos perder de vista que estos dos años de pandemia también han incentivado a innovar de forma excepcional.
Cabe entonces hacernos la pregunta, en la víspera de un 2022 que seguirá poniéndonos a prueba, ¿queremos volver a la normalidad, es decir, queremos volver a educar como lo hacíamos antes?
Si bien existe consenso sobre la importancia de hacer todos los esfuerzos para que en marzo se pueda retomar la presencialidad -una posta que deberá asumir con mucha responsabilidad el nuevo gobierno-, también es importante y necesario que nos tomemos un tiempo para observar detenidamente cuánto hemos avanzado en la forma de hacer las cosas, qué se queda y qué se va, sobre todo de cara a los enormes desafíos que nos esperan en términos de brechas de aprendizaje y con más de 156 mil niños, niñas y adolescentes que todavía están fuera del sistema. La invitación está hecha.
María José Encina
Jefa de proyectos Fundación Impulso Docente