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Por Juan Carvajal, periodista y ex director de la Secom

Las disculpas públicas de Iskia Siches, lejos de cerrar el conflictivo episodio de sus dichos en un podcast, deberían abrir ahora la discusión sobre el sentido último de su desahogo, que se dio claramente en un ambiente y lugar inadecuado. Su reconocimiento humilde de haber cometido un “error en la elección de las palabras empleadas” no debería tomarse ni servir como la búsqueda de un cierre de esta polémica, sino como el esfuerzo de reposicionar el foco en lo que realmente le importa instalar al Colegio Médico, tal como queda de manifiesto en su carta abierta dada a conocer ayer.

Ahora, que el tono de sus palabras sorprendió, de eso no cabe duda. Y cómo no, si Iskia Siches en un corto plazo terminó por transformarse en una líder reconocida y creíble, en un país donde reina la desconfianza. Tanto así que, para muchos, se transformó en un símbolo del descontento social y, con ello, en una posible carta presidencial. En un programa televisivo ella descartó tal posibilidad con una sentencia (“Creo que me falta experiencia”), que adquirió dramático sentido con su participación en el mencionado espacio de Internet. Sin dejar de tener en cuenta en esta relación entre la forma y fondo, que el lenguaje no es menor al momento de explicitar contenidos, también es un problema cuando eludimos o ignoramos la esencia de lo que se plantea. Porque -como suele suceder en nuestro país- los pasados días tuvieron como uno de los focos de la agenda, los dichos de Siches en lo relativo a los desafortunados calificativos usados y nada sobre el sentido último de sus palabras, que es lo que motivó su intervención y sus expresiones, que le sirvieron al destinatario de estas críticas para “irse por la tangente”, como suele decirse.

Por eso, bien vale destacar que la presidenta del Colegio Médico relata que semanalmente le han hecho llegar al gobierno lo que hasta ahora son múltiples minutas, entre ellas una elaborada y firmada junto a las sociedades científicas. Que hace tres años no se cumple el compromiso de fortalecer la permanencia de los profesionales en la Salud Primaria y que los profesionales jóvenes siguen sin recibir justas remuneraciones. De paso, también se reclama por el debilitamiento de los estándares de calidad que perpetúan desigualdades del sistema de salud.

Cuando todo esto viene de alguien que no ha dudado en apoyar al gobierno en temas complejos como la extensión del estado de emergencia o el retorno a las clases presenciales y que ha mostrado disposición para hablar con los partidos y sus dirigentes para viabilizar algunos anuncios del Ejecutivo, bien vale discutir y reflexionar sobre estos puntos, teniendo en cuenta su propuesta de que se necesita “mejorar el manejo sanitario de la pandemia y entregar adecuadas soluciones materiales a quienes han visto afectadas sus fuentes de ingresos”.

Eso sí, queda en evidencia, con este episodio relatado, que, como bien dice el dicho “Para hablar y comer pescado, hay que tener mucho cuidado”. En el escenario público no se debe olvidar que el lenguaje crea realidades y que a veces su mal uso, como aquí aconteció, desvía la atención de lo principal.

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