Opinión

Wei Xi

Preocupémonos de nuestra educación, de nuestra salud y de nuestro progreso, en vez de mirar paradigmas teóricos tan alejados de nuestra realidad.

Wei Xi. AP.

Crisis en chino se dice Wei Ji, o Wei Xi. El símbolo -que no lo podemos dibujar aquí- también se divide en dos caracteres: porque crisis en chino tiene dos significados. Wei significa peligro o crisis. Ji (o Xi) significa oportunidad, cambio de rumbo, o punto de inflexión. Y lo obrado por Trump pone al mundo -y a Chile en particular- en una posición de riesgo, pero también de oportunidad. Trump le dio una patada de caballo (Ma en chino) a unos pocos, y una patada de potranca (Ma Mu en chino) al resto. Y estamos en crisis, que es riesgo y oportunidad. Y también aún más importante, son obligaciones.

Riesgo, porque el alza increíble de aranceles de los EE.UU. (un 24% ponderado, y por encima de las existentes) es un retroceso al siglo XIX, o a la peor parte de la post I Guerra Mundial, con su secuela de recesiones, crisis y maleficios políticos globales. Es también un aumento de la incertidumbre, porque ha sido una rotura unilateral del statu quo, de tratados internacionales y un desprecio por las reglas del juego. Tampoco sabemos si la intención es renegociar tratados y tarifas, o si un futuro gobierno demócrata echará atrás esta locura en cuatro años más. Será un aumento en la inflación para muchos, y recesión para no pocos.

Pero vamos a las oportunidades. Obviamente, los países “premiados” con el 10% van a poder llenar en parte el espacio que aquellos como China, la UE, y otros asiáticos (los “castigados”) dejarán liberado. Es difícil saber producto por producto la situación comparativa, pero muy seguramente un número grande de manufacturas chilenas, que difícilmente podían competir con China, India o Bangladesh en los EE.UU., ahora podrán hacerlo. Pero nuestro vino, nuestra fruta y nuestro litio sufrirán en carne propia el castigo del 10%, porque han considerado al IVA como una barrera arancelaria.

Y aquí viene ahora nuestra obligación como país: ser un 10% más productivos, un 10% más eficientes y cambiar el paradigma de “salvemos al mundo” de la mano de Greenpeace y de las ONG ambientalistas. Tratemos de sobrellevar con eficiencia y esfuerzo ese injusto 10% que nos han enchufado, y esto se logra con menos regulaciones absurdas, con menos “permisología”, con menos burocracia, con menos impuestos, con un mercado laboral menos restringido, y con un Estado que por fin entienda que sin un sector privado pujante y competitivo a nivel mundial Chile no puede progresar, porque somos pequeños y estamos muy lejos. Es nuestra única herramienta para competir en un mundo que va cerrando sus puertas.

No sabemos qué respuesta darán los chinos y los europeos a esta agresión y ninguneo humillante. Pero podrían ser más tarifas, y siempre nos van a afectar, por lo que hay que estar preparados para ser muchísimo más competitivos a nivel mundial, y que las grandes potencias se preocupen de Greenpeace y sus cómplices. Son ellos los grandes contaminadores del globo, nosotros somos una pulga, y no podemos sacrificarnos por ser más papistas que el Papa en materia de permisos, de regulaciones laborales y de impuestos. Preocupémonos de nuestra educación, de nuestra salud y de nuestro progreso, en vez de mirar paradigmas teóricos tan alejados de nuestra realidad.

Por César Barros, economista

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