Westplaining Ucrania

Service members of pro-Russian troops drive an armoured vehicle in the besieged city of Mariupol
REUTERS


Juan Cristóbal Paris es abogada de la U. de Chile y LLM (Melbourne).

“Anestesiada por la caída del muro de Berlín, mi generación cometió el error de pensar que la lucha por la democracia había así llegado a su fin”. Así rezaba una tribuna del diario francés Le Monde. Occidente se despertó en un mundo en que su prosperidad, seguridad y libertad es amenazada por primera vez desde el fin de la guerra fría. Aterrados, algunos recurren al cóctel de siempre: culparse de todos los males de la humanidad y “westplaining” (ie. Occidente dando lecciones al mundo) a los países del Este de Europa el grado de libertad y democracia que se merecen para evitar que las bombas lleguen a Berlín.

Occidente se desangra culpándose por la invasión. El discurso replica aquel de Putin. Así, sería Occidente quien provocó a Rusia al expandir la OTAN. Rusia estaría entonces simplemente reaccionando a esa provocación y solo habrá paz si la OTAN se retira de su zona de influencia. Esta narrativa no solo es históricamente incorrecta, sino que es inhumana. La expansión de la OTAN fue pedida por los propios pueblos de Europa del Este, quienes democráticamente decidieron optar por la protección de la OTAN y la prosperidad de la UE. Rusia bien sabía que no existía ninguna posibilidad que Ucrania ingresara a la OTAN (Francia, Alemania y Turquía ya lo habían vetado). La OTAN es entonces una burda excusa para restaurar el imperio ruso en base a fronteras étnico-lingüísticas. Así lo dejó claro Putin cuando dijo que Ucrania no tiene identidad propria y debería ser parte de Rusia. Nada tiene que ver la OTAN, el liberalismo ni el “diabólico” Occidente en los planes imperiales de Putin. Rusia habría invadido Ucrania con o sin OTAN, así lo hizo en Crimea y Georgia y así seguramente lo hará en Moldavia.

El westplaining es también inhumano porque supone que sea Occidente quien decida el grado de libertad a la que esos lejanos pueblos del Este pueden aspirar para no enojar a Putin. Nadie parece considerar que sean esos mismos pueblos quienes decidan si prefieren el modelo liberal occidental o el despótico y corrupto modelo ruso.

Entre tanto, la UE a pesar de un cambio de actitud de último minuto sigue y seguirá pecando de “buenísmo” y excesiva prudencia. Es triste admitir que Kissinger tenía razón cuando decía que la debilidad de los poderosos son sus escrúpulos y la fortaleza de los débiles es la audacia. Putin lo sabe y como heredero de una larga lista de lideres rusos audaces y sin escrúpulos no se detendrá. Los británicos fieles a su estilo, llenan titulares con grandilocuencia y superlativos, pero en la práctica aplican solo una fracción de las sanciones que ha aplicado la UE. Londongrad, como se le llama a Londres, está capturada por el dinero ruso desde los 90s. Una vez más, será EEUU quien terminará resolviendo esta locura. Y como van las cosas, no sería de extrañar que, como dice Twitter, la suerte de los ucranianos se decida en una lucha entre Elon Musk y Putin, televisada en directo a los europeos del este previa suscripción.

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