¿Y ahora que?

LA MONEDA: 18 de septiembre 2023
FOTO: SEBASTIAN BELTRAN GAETE/AGENCIAUNO


Tras la intensa agenda que el gobierno desplegó sobre todo en estos últimos meses con motivo de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado -un proceso que paradojalmente terminó polarizando aún más el ya crispado ambiente político-, la administración del Presidente Gabriel Boric se vuelve a enfrentar de lleno con la realidad, es decir, con los problemas más urgentes del país, muchos de los cuales siguen sin solución.

Se trata de una agenda largamente postergada producto de que las energías del gobierno han estado concentradas primero en el proyecto de constitución fallida -lo que le valió una estrepitosa derrota electoral hace poco más de un año-, y luego en esta conmemoración que estuvo lejos de ser el hito de unidad que se esperaba. Ambos aspectos eran probablemente dos grandes legados que esta administración esperaba dejar, y si bien no resultaron, han consumido un año y medio de mandato.

Hay una sensación bastante compartida en cuanto a que el país parece haber entrado en una suerte de parálisis, algo que ciertamente resulta perjudicial y en donde si bien todos los sectores tienen algún grado de responsabilidad, es al gobierno, en tanto Poder Ejecutivo, al que le cabe tomar la iniciativa para destrabarlo. Lo cierto es que en variables tan fundamentales como el crecimiento económico este año con buena suerte llegaremos a 0%, y las perspectivas para los años venideros son paupérrimas. En el Congreso sigue pendiente sacar adelante una buena reforma previsional, que mejore las actuales y futuras jubilaciones, pero sin socavar las bases del sistema previsional; tampoco ha sido posible hasta el momento consensuar una reforma tributaria que finalmente brinde certeza al mercado, pese a los intentos de ministro de Hacienda para concretar un pacto fiscal.

Por otra parte, las listas de espera en la salud pública continúan acumulándose, y para peor sigue la incertidumbre total sobre si el sistema Isapres logrará mantenerse a flote. En materia de orden público, la violencia asociada al conflicto indígena en La Araucanía y las regiones aledañas sigue sin poder ser contenido con eficacia, generándose situaciones propias de actos terroristas.

El tiempo efectivo del gobierno para abordar estos y otros grandes problemas se está agotando, pues en octubre del próximo año el país nuevamente entrará en un ciclo electoral, producto de las elecciones municipales, y en 2025 serán las parlamentarias y presidenciales. Con tan poco tiempo por delante, y además sin tener los votos suficientes en el Congreso, no parece sensato seguir soñando con grandes legados; su mayor contribución, en cambio, sería abocarse a las grandes necesidades que tiene el país, y que han sido largamente postergadas en función de agendas más políticas.

A la luz de estos desafíos, constituye un evidente error de cálculo del gobierno haber crispado más el ambiente con su plan de conmemoración, porque previsiblemente hará más complejo alcanzar grandes acuerdos en el Congreso. Con todo, no cabe resignarse sin más ante ello o buscar evadirse en agendas grandilocuentes, sino que lo que corresponde es comenzar a tejer desde ya los consensos que sean necesarios para salir cuanto antes de esta suerte de empantanamiento. Ese sería un legado que el país sí apreciaría.

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