¿Y ahora qué...?

Incertidumbre fin de año Paula


Por Hernán Cheyre, Centro de Investigación Empresa y Sociedad UDD

Las elecciones primarias de ayer marcan la culminación de un proceso en que Chile Vamos y Apruebo Dignidad eligieron a sus abanderados para la primera vuelta presidencial de noviembre. Y aunque en este proceso hubo ganadores y perdedores, lo cierto es que los resultados de ayer son solo un punto intermedio en una carrera que es de mucho más largo aliento.

El próximo paso será el de avanzar tanto en la conformación de los equipos técnicos y políticos como en la elaboración final de los respectivos programas de gobierno, afinando el mensaje que se va a entregar a la ciudadanía. Sigue pendiente, eso sí, la decisión que van a tomar los partidos de la ex Concertación en cuanto a levantar su propia candidatura presidencial.

La pregunta que se hacen muchos es qué distinto puede venir ahora, considerando que en la etapa que termina los candidatos ya dieron a conocer sus propuestas básicas y marcaron sus diferencias.

Como es bien sabido, en la fase de primarias los candidatos les hablan primordialmente a los electores de su sector, y en la etapa que viene el desafío consiste en lograr captar preferencias desde otros sectores, única forma de poder ganar, rompiendo el molde de los “tres tercios” o “cuatro cuartos” en que se divide el actual arco político, por no mencionar un fraccionamiento incluso mayor.

¿Qué es lo que está en juego en lo que viene? Las diferencias no se remiten a cuántos puntos más o menos del PIB va a representar la recaudación tributaria, ni al monto que debe alcanzar la pensión solidaria, ni a si esta debe ser universal o no, ni al monto del salario mínimo, ni al mayor o menor financiamiento que se va a destinar a los distintos programas públicos, ni a si se va a apoyar o no el matrimonio igualitario, ni a la forma en que se van a abordar las materias de seguridad, por mencionar temas que en forma permanente han salido en la discusión pública.

Las diferencias más de fondo se refieren, por una parte, al énfasis que se colocará en el impulso al emprendimiento y al crecimiento económico como fuente de generación de empleos y de nueva riqueza, y por otra, al rol que estará llamado a desempeñar el Estado en la vida cotidiana de las personas: si va a ser uno que coloca el eje en la libertad de cada uno para decidir, actuando como un facilitador, o si, por el contrario, va a ser uno que va a regir “desde arriba” las decisiones que las personas puedan tomar en los más diversos ámbitos. Es esto, a fin de cuentas, lo que va a hacer toda la diferencia.

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