Y ganó, pero ¿ganamos?
Gabriel Boric ganó. El nuevo Presidente será el gobernante más joven de Chile, pero no solo eso. Probablemente quede en la historia no únicamente por sus ideas transformadoras, esas ideas que, además de la recuperación de derechos sociales en nuestro país, se comprometen con nuevas necesidades: la inclusión de políticas de salud mental, el refuerzo de los derechos de la mujer y de la infancia, de diversidades sexuales o el respeto por el medio ambiente. Arriba de un árbol nos contaba lo que soñaba, mientras otros, con cantos pseudoeclesiásticos y valores sostenidos por familias tradicionales y sus aros de perlas, se mofaban del joven inexperto.
Chile se pronunció y le creyó. Pero ¿ganamos?
“Ganamos” implica un nosotros. No obstante, en cuanto sabemos que la elección estuvo reñida, llena de incertidumbre, la pregunta es importante, ¿quiénes ganaron?, porque desde marzo 2022 tendremos un Presidente que tiene que gobernarnos a todos, no solo a sus electores, también a los que votaron por José Antonio Kast, y a los que anularon o hasta aquellos que no votaron.
Los que oficialmente ganaron son los que creyeron que las ideas, el recambio político, era necesario, pero no cualquier cambio, sino uno que de alguna forma se comprometía con viejas y nuevas ideas.
Pero no solo ello. También los que no votaron por él y hasta incluso los que votaron en contra, son, aunque no lo sepan, los que ganan. Porque hay algo que se demostró en esta elección: recordamos que el voto importa. Como hace años no ocurría, muchísima gente salió a votar, por primera vez, y dijo: la política de este país, importa, las instituciones importan, y yo y mi voto importamos- porque la dignidad no se transa, ni la historia se miente.
Y el nuevo gobernante debe saberlo: recibió los votos de su primera vuelta, pero también de aquellos que no votaban por él: no por ser de derecha, ni menos por ser “comunista” (como tanto le inventaron, sin serlo), sino porque votaron contra Kast, un candidato que, como señaló la revista alemana “Der Spiegel” ante su posible triunfo, significaba un retroceso de 100 años desde el plano moral.
Boric demostró que puede escuchar, dialogar, concordar y acercarse incluso a la Democracia Cristiana –el padre odiado de los últimos 30 años. No por oportunismo, sino porque Boric siendo crítico de esa gestión “en la medida de lo posible”, jamás fue partidario de ideas comunistas, sino “solamente” de justicia social.
Por lo tanto, eso de las “volteretas” contado por los críticos, no tiene que ver con cambio de valores o ideologías, sino con la necesidad de madurar políticamente -por ejemplo, de comprender que el descontento social contempla no solo actores politizados que han buscado una nueva constitución y nueva gobernanza, sino también a un grupo que sin creer en la política intentaba mostrar un descontento social y cultural. Y quizás a ellos, es a los que es más difícil hacer sentir un nosotros “ganadores”.
A Boric, le debemos desear éxito, pero, ante todo, que sepa leer este triunfo con la misma humildad que levantó toda su candidatura: que sepa, que no todos los “violentistas” eran de su bando, también había muchos de una derecha liberal que quiere consumo, libertades, pero con protecciones sociales. Y hay también muchos hombres enojados -el legado Parisi-, que no entiende los “atropellos” de las nuevas libertades de las mujeres. A ellos, también tendrá que escuchar. Y las que ganamos, las mujeres, también tendremos que escuchar.
Un nuevo Presidente, arriba de un árbol, con diagnóstico de trastorno psicológico y que consiguió tener el apoyo del Partido Comunista – y también de la Democracia Cristiana, el triste padre odiado. El candidato no ganó por volteretas, ganó porque tiene y será un presidente para todos. ¿Se entiende que ganamos?
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.