¿Y los deberes?
Por Nicolás Birrell, director ejecutivo Desafío Levantemos Chile.
Ya lo decía años atrás nuestro brillante Nicanor Parra: “qué fue de los deberes humanos/ofrezco la palabra/
Mucho se habla de derechos humanos/Poco/nada casi de los deberes humanos:/Primer deber humano/Respetar los derechos humanos”. Nunca mejor dicho. Así, la defensa y protección irrestricta y sin matices de los derechos humanos es absolutamente fundamental si como sociedad queremos convivir en armonía y en paz.
Ahora, solemos olvidar que lo anterior no es lo único que se requiere. Muchas veces los deberes y responsabilidades que como ciudadanos tenemos pasan a segundo -y a tercer- plano. Al olvidar esto, no solo nos restamos de contribuir a generar las condiciones necesarias para una sociedad más equitativa y próspera, en donde cada individuo hace una contribución para el colectivo, sino que alentamos un espíritu nefasto de crítica sin propuesta, asistencialismo desmedido y apatía generalizada. Porque cuando solo nos enfocamos en lo que por “derecho” nos corresponde (o debiese corresponder) y olvidamos el valor del esfuerzo y el deber de contribución y justicia, sin asumir ni enfrentar nuestras responsabilidades, caemos en un espiral de complacencia y mediocridad que conduce indefectiblemente al fracaso. Y no es cualquier fracaso: es aquel en que la polarización y la envidia reinan; en el que miramos con recelo al de al lado por tener más o hacer menos, el fracaso de vernos siempre como antagonistas, en vez de compatriotas.
Cuando esperamos a que se nos dé todo servido -y ciertamente no estamos hablando de garantías básicas como salud, educación y pensiones de calidad- dejamos de crecer, de aspirar a más; dejamos de soñar. Porque soñar requiere de esfuerzo, de perseverancia y de una cuota no menor de sufrimiento. Nadie que haya logrado el éxito espiritual o material lo ha hecho sin una dosis muy significativa de esfuerzo y sacrificio. Lo mismo cuenta para los grupos humanos organizados y qué decir para las naciones.
Es por esto que debemos revisitar la vital importancia de nuestras responsabilidades, aquellas que tenemos como ciudadanos, como estudiantes, como padres y madres, como emprendedores y dirigentes, como funcionarios públicos y trabajadores, como líderes, políticos y gobernantes. Porque están todas vinculadas y relacionadas, son dependientes unas de otras y son, en definitiva y aunque no lo parezcan, todas igual de importantes. Tenemos la obligación y el deber de ser conscientes de nuestras responsabilidades, de actuar no solo en beneficio propio y de los nuestros, sino que expandir nuestros horizontes y nuestro quehacer con una mirada más inclusiva y extensa, más comprometida y solidaria.
Es esencial volver a reconocer y a premiar el compromiso y el esfuerzo, sobre todo cuando apunta al bienestar colectivo. Debemos empujar con mucha más fuerza la innovación social y lo que ella representa, esto es, una plataforma de mayores oportunidades que se extiende a quienes quieren avanzar más allá, a los que creen que el esfuerzo y el mérito son su mejor carta de presentación si es que se les da la oportunidad, que definitivamente debe ser un derecho, que conlleve al deber de contribuir, de ser un aporte; al deber de sumar.
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