Y si hubiese sucedido

Chile

"Hoy, el principal factor de bienestar a escala global es el país donde se vive. Cuando observamos la desigualdad en el mundo, lo más relevante no es la clase social, sino vivir en el país correcto".



Luego de insufribles horas de conteo de votos, el escrutinio al 100% dejó a Kast con 3.827.321 y a Boric exactamente con los mismos 3.827.321.

Empate.

Instruido por el Tribunal Calificador de Elecciones, el Servel se aprontó a un receloso y largo reconteo de sufragios.

En la tensión e incertidumbre que consumió días y semanas, los comandos arañaban las paredes. Boric se había proclamado ganador cuando su ventaja parecía consolidada con el 60% de las mesas escrutadas. Pero luego Kast hizo lo mismo cuando lo pasó al contarse el 90% de los votos.

Llovieron las acusaciones cruzadas de fraude electoral. Videos anecdóticos inundaron las redes sociales. La ansiedad sembró una cizaña que avasalló con la Navidad y el Año Nuevo, agriando relaciones entre familiares y amigos.

Finalmente, después de semanas, el Servel constató un empate perfecto entre ambos candidatos. En las calles la violencia explotó. La Moneda, el Congreso y los comandos intentaron buscar una solución a un problema que parecía insoluble. El Tricel, órgano a quien la Constitución le otorgaba la palabra, se mantenía mudo sin saber qué hacer.

En esos minutos de tensión máxima, correspondía nombrar los nuevos líderes de la Convención Constituyente. Un convencional levantó una idea inaudita. Descabellada. Pero cuya popularidad reptó primero por la Convención y luego ebulló en la población. Proponía dividir el país. Crear dos Chiles, uno apodado Chilén, evocando mapudungun, y otro Chiles, recordando la plurinacionalidad. Animada por la idea, la Convención redactó una somera constitución creando dos países, con frontera en la Plaza Baquedano. Así ambos candidatos serían Presidentes y se resolvería el entuerto. ¿Cómo asignarlos a Chilén o Chiles? A la suerte del cara y sello.

Con la velocidad del rayo, la Convención aprobó la nueva constitución y adelantó el plebiscito de salida para Febrero. Con mayoría avasalladora, Chile eligió dividirse en Chilén y Chiles.

Ahora solo quedaba sortear presidentes. Mientras el Norte contaba con las valiosas reservas de cobre, el Sur presentaba más complicaciones: el conflicto Mapuche, mayor pobreza y menores exportaciones. Don Francisco fue llamado a tirar la moneda que asignarían a Kast y Boric a Chilén o Chiles.

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Si bien esta es una inverosímil ficción y hoy Gabriel Boric es Presidente Electo, Chile sí se dividió en dos. En esta elección, en la revuelta de Octubre, sus reacciones y en la violencia en las calles. Chile tiene el corazón roto.

Ha sido la incomunicación lo que ha caracterizado esta campaña presidencial y los últimos dos años. Poco se ha debatido sobre el fondo de las propuestas, sus diagnósticos, diferencias y coincidencias. En su lugar, abundaron descalificaciones de extremismo, apremió el descarte por envilecimiento, olvidando que todos somos chilenos y la gran mayoría somos gente decente.

Al Presidente Electo y su coalición victoriosa: hagan propias las ideas de Rudger Bregman en Humankind, quién propone que el paradigma intelectual y cultural que nos ha hecho creer en una naturaleza humana vil ha afectado como nos tratamos y comportamos, creando las bases de una triste profecía autocumplida.

Así el diálogo nacerá y con ello la moderación. “Nuestra moderación ha salvado el país”, dijo Pierre Vergniaud, presidente de los Girondinos, respondiendo a las acusaciones de “amarillismo” de Robespierre y los violentos Jacobinos. Que sea el dialogo y no el terror lo que cunda en Chile. Pues, agregó Vergniaud, “la Revolución, como Saturno, devora sucesivamente a sus hijos”.

Si bien las ilusiones alimentan el alma, “cuidado con de las 3 íes: ideología, ignorancia e inercia”, advierte la joven economista francesa y Nobel, Esther Duflo. Pues gobernar es difícil y las decisiones deben basarse en evidencia, la que resulta esquiva especialmente cuando la presión del grupo da paso ensoñaciones fantasiosas.

Nunca sabremos, en la ficción de este artículo, a cuál de los dos Chiles le fue mejor. Si el Chilén de Boric se desfondó, como advertía Parisi, o si el orden y la frugalidad estatal de Kast habrían bastado para llenar expectativas. Si aquellos que arrancaron al Chiles de Kast eran “Chilesos”, como los tildaban desde Chilén, o si las políticas de Boric no eran más que vanas ilusiones. Por eso, la mejor receta es la búsqueda humilde en un dialogo constructivo. Pero esto toma tiempo. Tiempo preciado cuando pasar la retroexcavadora pareciera lo más fácil. Bien vale avanzar lento en la dirección correcta que atarantarse en la equivocada, especialmente cuando el futuro de Chile esta en juego.

Hoy, el principal factor de bienestar a escala global es el país donde se vive. Cuando observamos la desigualdad en el mundo, lo más relevante no es la clase social, sino vivir en el país correcto. Por ello, debemos enfocarnos en hacer de Chile una nación que progresa en lugar de intentar apretar las diferencias aplastando de paso al país. Apruebo Dignidad, recuerden a John Maynard Keynes: “lo más difícil no es establecer nuevas ideas, sino escapar de las añejas”.

Juan Ignacio Eyzaguirre

París, Francia

Diciembre 2021