Hoy se juega el futuro de Chile. Las primarias presidenciales nos ofrecen dos proyectos políticos totalmente divergentes. Por una parte, la izquierda ofrece dos alternativas. La primera es el clásico programa comunista, que ha fracasado en prácticamente todo el mundo, pero con matices populistas. Su líder ha dejado en evidencia su falta de preparación, arrogancia, intolerancia e incluso mal trato. Increíblemente, esta alternativa goza hoy de apoyo ciudadano. La segunda alternativa ofrece un programa atractivo para los socialdemócratas, y su líder ha demostrado ser una persona dialogante, inteligente y con coraje. Sin embargo, su ambivalencia respecto de la violencia, sus compañeros de coalición y su insistencia en los debates presidenciales por tratar de asemejar su proyecto al de su contendor hacen que quienes miramos con simpatía esta alternativa dudemos no solo de la madurez política de este proyecto, sino sobre todo de la verdadera dirección de su programa. Mientras estas dudas no se disipen, esta alternativa deberá seguir esperando.
La centroderecha, por otra parte, ofrece nominalmente cuatro candidatos, aunque solo dos tienen verdaderas posibilidades de salir electo: Lavín y Sichel. ¿Por qué te invito a votar por Sichel? Porque entiende el momento político, social y económico que estamos viviendo. La meritocracia, concepto tan usado en la derecha y tan poco practicado, es clave para lo que viene. Existe una demanda profunda por justicia. Esta se traduce en igualdad de trato, igualdad en acceso a bienes públicos e igualdad de oportunidades. La biografía de Sichel nos asegura una profunda comprensión de estas tres dimensiones, comprensión que no es común en la centroderecha. Pero la biografía no basta. Se requiere capacidad técnica, capacidad de escucha y diálogo para encontrar las soluciones políticamente viables; se necesita capacidad de formar equipos y trabajar de forma colaborativa para gestionar los problemas e implementar las soluciones; se requiere liderazgo para convocar a personas de distintas tendencias políticas para llegar a acuerdos y avanzar en soluciones que respondan a las demandas de las personas. Todas estas capacidades las tiene Sichel con creces y lo ha demostrado en la Corfo, en el Ministerio de Desarrollo Social y en el BancoEstado.
La gobernabilidad del país es nuestro principal desafío y esta solo será posible en la medida que el próximo gobierno convoque a sectores excluidos de la centroderecha. Sichel es el único capaz de eso. No son tiempos para votos testimoniales. Si creemos que el camino para Chile está en la centroderecha, entonces Sichel es el mejor candidato para los desafíos que hoy enfrentamos.
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