¿Hay algo más difícil que despertar la mañana posterior a una magna celebración? De cierta forma, las resacas son la forma que tiene el cuerpo de pasarnos factura: como si nos dijera que todo lo que bebimos y consumimos no nos va a salir gratis. El organismo comunica, y cada vez que la caña nos invade aparecen los sentimientos de culpa y arrepentimiento, que se esfuman, eso sí, tan pronto como se acerca otra fiesta.

Cuando hablamos de la caña, como se le conoce en territorio nacional, nos referimos a esa serie de malestares que son fruto de los estragos efectos que causa el alcohol en el sistema digestivo. Si bien esto se puede evitar simplemente no bebiendo, en épocas de fiesta es difícil marginarse de algunas copas.

Conversamos con algunos especialistas en salud y nos sumergimos en la literatura web para verificar mitos, buscar verdades y reunir consideraciones a tener en cuenta antes de que pierdas la cuenta de los tragos que bebiste.

Primero: ¿qué es exactamente la resaca?

Según la RAE, es un “malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso”, y de acuerdo a Ricardo González, médico urgenciólogo de la Clínica Alemana, se trata de “la etapa residual de un cuadro de intoxicación leve, moderada o severa, donde hubo un ‘sobre uso’ de la función hepática”. O sea, es el hígado vengándose por haber trabajado horas extra y a toda máquina.

La ingesta de demasiado alcohol provoca un estrés oxidativo en el cuerpo y un estado de deshidratación, lo que aumenta la actividad de los radicales libres. “Por eso”, explica González, “cuando uno despierta al otro día muchas veces lo hace acompañado de náuseas, cefaleas, dolor articular, diarrea o sensación febril”. El cuadro es bien variado y depende principalmente de “la cantidad de ingesta de alcohol”.

“Usualmente, la resaca es muy subjetiva”, añade Bárbara Castillo, nutricionista de Clínica Universidad de los Andes. Además de este siniestro abanico de síntomas, una tómbola de malestar que depende de la cantidad (y calidad) de tragos bebidos, también figuran otros factores en el nivel destructor de la caña. Como el sexo: “a las mujeres”, dice Castillo, “como solemos ser más pequeñas en tamaño, la misma cantidad de alcohol nos afecta más que a los hombres, que son más grandes”.

Otra externalidad es la edad: cuando uno es más joven parece ser imbatible, y una borrachera no tiene muchas consecuencias. Al menos no comparado a cómo se viven cuando se supera la dolorosa frontera de los 30 años.

La contextura o tipo de cuerpo también puede ser otro factor, menciona Castillo, porque “una persona muy delgada también se podría ver menos afectada que alguien más grande”. También hay quienes genéticamente tienen menos tolerancia al alcohol, por lo que “es difícil determinar con precisión las causas”. La más importante, advierte, sigue siendo el número de copetes que uno se toma.

“Beber interfiere con la actividad cerebral durante el sueño, por lo que la resaca puede ser una forma de privación del sueño”, explican en un artículo de la Harvard Health Publishing. “El alcohol revuelve las hormonas que regulan nuestros relojes biológicos, lo que puede ser la razón por la que una resaca puede sentirse con desfase de horario”.

“Generalmente, los malestares comienzan cuando los niveles de alcohol en la sangre bajan a cero, unas horas después de haber dejado de consumir”, dice Daniela Costa, nutricionista de Clínica Santa María. Los síntomas son provocados “principalmente por la deshidratación que produce el alcohol en el cuerpo, aumentando la cantidad de orina que se produce y la poca ingesta de agua”.

1. Agua, siempre agua

Ya lo decíamos antes: en gran parte, la caña aparece gracias al estado de deshidratación que produce el alcohol, por lo que lo más importante para esquivarla es mantenerse hidratado.

El viejo truco de un vaso de agua después de un vaso de alcohol sirve, dice González, pero de forma parcial. “Estamos haciendo una compensación que ayuda, pero en la ecuación también figuran la formación de radicales libres, que no se desactivarán con el agua”. De todas formas, si prevenimos la deshidratación “lo más probable es que tengamos menos síntomas”.

“El alcohol promueve la micción —las ganas de hacer pipí— porque inhibe la liberación de vasopresina, una hormona que disminuye el volumen de orina producido por los riñones”, agregan en el artículo de Harvard. Si este cuadro de resaca incluye diarrea, sudoración o vómitos, “es posible que se esté aún más deshidratado”. Siendo así, siempre será buena idea tomar agua durante la velada, aunque sea de a pequeños sorbos.


2. Comer no previene la resaca (pero podría ayudar a sobrellevarla)

“El alcohol es una sustancia que se absorbe muy rápido por el tracto gastrointestinal”, comenta el urgenciólogo González. Por lo tanto, “al comer una comida grasosa o más pesada, lo que voy a conseguir es que la absorción del alcohol sea un poco más lenta, pero si la cantidad de alcohol ingerida es muy alta, no voy a prevenir una resaca”.

3. Un buen desayuno (o brunch) al día siguiente

“Beber reduce los niveles de azúcar en sangre, por lo que, en teoría, parte de la fatiga y los dolores de cabeza de una resaca pueden deberse a un cerebro que funciona sin suficiente combustible inicial”, explican en el artículo de HHP. Para reestablecer ese estanque de energía es necesario, además de darle mucha agua, nutrirlo adecuadamente, por lo que ingerir un buen desayuno o brunch, en caso de que te levantes tarde, puede ser una buena manera de volver los niveles de azúcar, vitaminas y minerales a la normalidad. Ojalá que incluya frutas, líquidos, proteínas —como huevos— y carbohidratos altos en fibra, como pan integral, avena o cereales.

4. No mezclar tipos de alcohol

“Este es más bien un mito urbano”, dice González. “El alcohol en distintas formas sigue siendo alcohol”. Si comienzas con una cerveza, cambias a destilado y luego pasas a vino, “no es que me exponga a una mezcla dañina y tenga mayor probabilidad de intoxicarme o de tener resaca”. Técnicamente, da lo mismo si uno bebe el mismo brebaje toda la noche o realiza un tour por todo el espectro etílico. En definitiva, argumenta el urgenciólogo, “lo que uno hace es ingerir mucha cantidad de alcohol; y a mayor cantidad de alcohol, son más las probabilidades de tener resaca”.

5. Réplicas estomacales

Muchas veces hay malestares estomacales asociados a la resaca. Si históricamente has tenido este tipo de consecuencias, “no se recomienda consumir alimentos picantes o irritantes, como el mismo alcohol, la glucosa, el café o, en caso de Fiestas Patrias, mejor abstenerse del pebre con ají”, señala la nutrióloga Castillo.


6. Pasar la caña con más alcohol

Este es un viejo truco que muchos aplicaban en la universidad: después de un carrete, no eran pocos los optaban por pasar la resaca con cerveza o algún otro trago. El principio de esta creencia es que la resaca es en parte un síndrome de abstinencia de alcohol. Desde Harvard señalan que, si bien puede haber algo de verdad en este mito, es desaconsejable darle vuelta a esa rueda, porque más que evitar la caña sería algo como estirar el chicle. Es decir, en vez de aliviar la cruda, lo que uno hace al seguir bebiendo alcohol es postergar el malestar para más tarde. Típico chileno.

7. Alcoholes oscuros vs alcoholes claros

Otro de los mitos dice que los licores que son más oscuros, como el vino tinto, el ron o el bourbon, podrían causar más estragos que los alcoholes transparentes. “La principal forma de alcohol en las bebidas de este tipo es el etanol, pero los licores más oscuros contienen compuestos químicamente relacionados (congéneres), incluido el metanol”, destacan en la publicación de Harvard. Aunque las enzimas son las encargadas de procesar esta información, “los metabolitos del metanol son especialmente tóxicos, por lo que pueden causar una peor resaca”.

El urgenciólogo de Clínica Alemana dice que más que de la oscuridad o la coloración, lo que realmente influye es la graduación alcohólica. “Los piscos de guarda, por ejemplo, tienen mayor graduación alcohólica, pero no es algo que tenga que ver con su color, sino que por la cantidad de alcohol que yo ingiero”, explica.

8. Alimentos para revivir: todos aquellos ricos en agua

“Todos los alimentos que tengan un gran porcentaje de agua, como la fruta, los mariscos o las verduras, ayudarían a disminuir los síntomas”, comenta González. Por eso es que funciona tan bien el clásico consomé después de una larga jornada de fiesta. “Es un líquido rico en sales”, añade Castillo, por lo que al ingerir este tipo de caldo, que suele ser de pollo, carne o marisco, el cuerpo recibe un fortalecedor golpe de hidratación. En algunos sitios se recomiendan espárragos, mango o sandia para soportar la caña al otro día, alimentos naturales que tienen un alto contenido en agua.


9. Alcohol + bebidas energéticas = súper caña

Algo que se da harto hoy en los más jóvenes es combinar algún destilado con bebidas energéticas, algo que puede ser más peligroso de lo que se cree. “Al tener un estimulante, lo que hace la bebida energética es que durante el periodo de ingesta de alcohol el cuerpo está más tolerante a recibirlo”, cuenta González.

Por un lado, el alcohol deprime el sistema nervioso central, pero por el otro la energética lo estimula. “Eso da una falsa idea de tener más aguante con el alcohol”, dice el urgenciólogo, y por eso quienes mezclan ambas, en lugar de consumir uno o dos vasos, suelen beber el doble o más, algo que evidentemente va a pasar la cuenta al día siguiente.

10. Recordatorio: el alcohol es un cardiotóxico

“Por sí solo, el alcohol es un cardiotóxico”, apunta González. ¿Qué significa eso? Que su consumo genera toxicidad en el corazón. “En caso de que se le agregue al alcohol algún estimulante, ya sea bebida energética, cigarro, cocaína o drogas sintéticas, aumenta considerablemente el riesgo cardiovascular, algo que en ningún caso es una buena idea”, advierte.

Por eso es habitual que, tras tomar mucho, se sientan palpitaciones durante la noche o la mañana. Incluso existe “el síndrome del corazón en vacaciones”, un percance sanitario que aparece comúnmente durante las ingestas masivas de alcohol en el verano o las Fiestas Patrias, a gente joven o mayor, y que puede “llegar a generar arritmias que pueden ser fatales”. También se traduce en palpitaciones irregulares, fibrilaciones auriculares, falta de aire, vahídos o mareos.

11. Moderación

El consejo más efectivo para evitar las resacas, y con el que coinciden todos los profesionales de la salud, es el de no beber. Pero si lo haces, lo ideal es tomar con moderación y responsabilidad, ya que la resaca, además de ser un mal rato, “puede tener varias consecuencias riesgosas para la salud”, comenta Daniela Costa.