Ni las peores pesadillas kafkianas ni el terror psicoespiritual de Poe le hacen peso a una realidad financiera magullada por las deudas. Un thriller del que, seguramente, ambos habrían escrito de haber tenido el privilegio de vivir en estos días.
En Chile, las deudas tienen un reflejo en DICOM. Y no se trata de uno de los anillos del infierno de Dante, sino de un simple informe elaborado por una empresa privada —Equifax— que se encarga de rastrear y recopilar los antecedentes comerciales y crediticios de personas y empresas, haciendo especial énfasis en préstamos morosos, deudas comerciales y previsionales, y procesos de quiebra, entre otros. Todo con el fin de que terceros puedan evaluar el riesgo crediticio de las personas y tomar decisiones relacionadas con la concesión de créditos, arriendos o contratación de servicios. Ni el sapo de las micros se atrevió a tanto, pensará más de alguno.
“Estar registrado como deudor o tener antecedentes crediticios puede tener diversas consecuencias en tu vida financiera, como dificultades para obtener créditos, ya que las instituciones suelen consultar la información de DICOM”, expone Vicente Cruz, CEO de Sheriff, una plataforma de monitoreo y gestión de riesgo.
Enfrentar tasas de interés más altas, dificultades para acceder a arriendos, servicios financieros e, incluso, a algunas oportunidades laborales son también parte de la carga que se arrastra, cual Sísifo acarreando una piedra que no para de crecer en una cuesta cuya pendiente se hace cada vez más empinada.
Chile: cada vez más morosos
El 40º Informe de Deuda Morosa, elaborado por la Universidad San Sebastián en conjunto con Equifax, revela que, a marzo del año pasado, 4 millones 150 mil personas mantienen deudas impagas en el país, por un monto promedio de casi dos millones de pesos ($1.996.867).
Al hacer la retrospectiva, se observa que la cifra actual no es muy distinta a la de 2011, cuando cerca de 4,2 millones de personas estaban registradas como morosas. Sin embargo, a diciembre de 2012 DICOM registró a 2,1 millones de deudores. ¿Qué pasó?
“Esta gran caída se explica por la aplicación de la Ley DICOM o el ‘borronazo’, que en 2012 eliminó del registro a quienes tenían deudas totales menores a 2,5 millones y que presentaban morosidad en ellas”, responde Rafael Romero, doctor en Finanzas de la Boston University y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Alberto Hurtado.
El borronazo benefició a 2,8 millones de personas, el 49,5% de los morosos registrados hasta entonces en DICOM. Pero a partir de esa fecha, la lista se vuelve a engrosar hasta llegar, en 2019, a los 4,7 millones de personas. “Esta evolución se explica por el mayor número de personas en edad de solicitar créditos y la amplia oferta de estos en el mercado, principalmente de las grandes casas comerciales”, detalla Romero. “Esto se conjuga con una mala planificación financiera de las personas, que no pueden pagar sus deudas y caen en morosidad”, agrega.
Entre el 2020 y 2021 nuevamente cae el número de morosos. Primero en un 8% y luego en un 7,1%, hasta llegar a poco más de 4 millones. Esa vez, el fenómeno se asoció a la liquidez que proporcionaron los retiros de fondos desde las AFP y luego el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). “Muchas personas aprovecharon ese dinero para pagar deudas”, dice Romero.
Pero nada es para siempre, y como si se tratara de la fuerza gravitacional a la inversa, entre 2022 y el primer trimestre de 2023, la morosidad volvió a crecer: ahora un 2,7%, y se espera que la tendencia continúe de aquí en más.
Caer en DICOM
“Las razones por las cuales una persona cae en DICOM son prácticamente siempre las mismas: la persona se endeuda más de lo que es capaz de cubrir con sus ingresos mensuales”, sostiene Vicente Cruz.
De acuerdo al CEO de Sheriff, la menor actividad económica que vive el país afecta los ingresos de los hogares que, a pesar de ello, deben continuar pagando sus gastos mensuales. Y las principales deudas que comienzan a amontonarse se relacionan al retail y la banca.
“Gran parte de los préstamos (que solicitan las personas) son créditos de consumo, que tienen asociadas altas tasas de interés; al dejar de pagar unos meses, la deuda crece rápidamente”, asegura Rafael Romero. “Las tasas, debido a la inflación, están históricamente altas”, agrega Cruz: en los últimos años pasaraon del 19% al 30% en lo que respecta a créditos de consumo.
Las personas que solían hacer “la bicicleta” —tomar una nueva deuda para pagar otra— tienen actualmente “muchos más problemas para poder pagarla”, dice Cruz. Romero coincide y afirma que “es importante la educación financiera y que las personas entiendan las dimensiones de los compromisos que toman y sus costos financieros”.
No todo va a DICOM
Pese a parecer implacable, los informes de DICOM no exhiben todo tipo de deudas. ¿Cuáles se salvan de aparecer en el informe?
- Deudas de servicios básicos: la morosidad relacionada al pago de electricidad, agua, gas, teléfono fijo y saneamiento básico, entre otros, no se reportan.
- Deudas universitarias: Al igual que con los servicios básicos, la ley impide que DICOM reporte la morosidad asociada al no pago a instituciones educativas, como universidades o institutos.
- Deudas menores: Esto es más relativo, pero de acuerdo a Vicente Cruz, algunas entidades “pueden establecer un umbral mínimo de deuda por debajo del cual no se reportará a Dicom”.
Salir de DICOM
Como es obvio, la forma más directa y eficiente para salir de DICOM “es pagando la deuda”, dice Rafael Romero. Una vez saldada, se debe obtener un certificado que indique que ya no existen pagos pendientes y luego enviarlo al boletín comercial para solicitar la eliminación del registro.
Pero esto es mil veces más fácil decirlo que hacerlo: para mucha gente, saldar las deudas no siempre es una opción en el corto ni en el mediano plazo. Sea cual fuere la circunstancia que llevó a eso, hoy existen algunos caminos que permiten a personas y empresas salir del boletín comercial, amparados por la Ley de Reorganización y Liquidación (20.720).
Aquí exponemos algunas de las principales herramientas, con sus pro y contras:
- Repactación: “Una de las formas más comunes para salir de Dicom es negociar directamente con el acreedor un acuerdo de pago adaptado a la situación financiera”, asegura Vicente Cruz. Esta opción permite de manera más directa salir del registro, por solicitud del acreedor y, así mejorar el historial crediticio. “Para esto es importante cumplir con el acuerdo establecido”, agrega el CEO de Sheriff. “En general, los acreedores debieran estar abiertos a refinanciar la deuda y generar un plan de pago que sea alcanzable para el deudor”, complementa Rafael Romero. Esto, por cierto, implica mantener la deuda y generar nuevos intereses en torno a ella. Para el académico UAH, el camino de la repactación le conviene a personas que tienen fuentes de ingresos estables y suficientes “para pagar su morosidad en mayores plazos”.
- Quiebra y liquidación: otra opción viable es acogerse a quiebra. En tal caso, se liquidarán todos los bienes a nombre de la persona para pagar a los acreedores. “Y si es que quedara algún saldo, este se extingue”, explica Romero. Este proceso se hace en compañía de un equipo legal, pues se debe realizar en tribunales. “Es recomendable para quienes estén enfrentando grandes dificultades financieras y que no tienen suficientes activos para pagar todas sus deudas”, sostiene Cruz.
- Consolidación de deudas: esto puede permitir pagar todas las deudas existentes a través de un único pago mensual de un préstamo adquirido en alguna entidad bancaria. “Muchos bancos ponen a disposición préstamos con el fin de agrupar las deudas en un solo lugar y pagarlas en base a un solo monto”, afirma Cruz.
- Prescripción: En el caso de la legislación chilena, si en un plazo de cinco años no existen acciones legales que exijan el pago de la deuda ni otros tipos de reconocimientos de ésta, la morosidad podría prescribir. Lo que significa que ya no podrá ser exigida legalmente. Algunas deudas, como las relacionadas a cheques protestados, letras y pagarés, prescriben después de 1 año. “Luego de ese plazo se puede gestionar la salida de DICOM”, dice Romero. Para ello, se debe acudir al tribunal civil con los documentos que acrediten que expiró la fecha de pago y solicitar la prescripción de la deuda. La respuesta a la solicitud puede tardar hasta 6 meses. “Es importante tener en cuenta que la prescripción puede variar dependiendo de las circunstancias particulares y el tipo de deuda, por lo que es recomendable obtener asesoramiento legal”, aclara Vicente Cruz. Hay que considerar, además, que durante los cinco años que perdure la deuda, las personas se verán impedidas de solicitar créditos. Por otro lado, el CEO de Sheriff explica que si se ha alcanzado un acuerdo de pago entre el deudor y el acreedor, el plazo de prescripción podría reiniciarse o suspenderse según las condiciones del acuerdo. Asimismo, las deudas que están respaldadas por garantías o bienes podrían no prescribir “hasta que se resuelva la situación con los bienes garantizados”.
- Buscar asesoría financiera: una quinta alternativa para salir de DICOM, que bien podría ser —y así se recomienda— complemento de cualquiera de los anteriores caminos a seguir, es conseguir el apoyo de alguna entidad que asista en las negociaciones con el o los acreedores. Finalmente, hay que considerar que salir de DICOM no depende de la persona que lo busca, sino de la empresa, el banco o el acreedor “que subió el registro al boletín”, explica Vicente Cruz. En la práctica, una vez que se llega a un acuerdo por la deuda, es la empresa la que debe informar que la persona ya no se encuentra en calidad de morosa. Tras esto, DICOM debe dar de baja el registro, lo que puede tomar su tiempo. “La negociación es lo que define un poco el plazo de cuánto se demora una persona en salir de DICOM”, sostiene Cruz.
Consejos para no caer en Dicom
Cuando se está en riesgo de que tu nombre aparezca como moroso en el boletín comercial, o bien se enfrentan dificultades financieras, lo recomendable es realizar algunas acciones proactivas en pos de evitar que la situación empeore.
- Evalúa tu situación financiera: realiza una revisión exhaustiva de tus ingresos, gastos y deudas actuales. Comprende cuánto y a quién le debes. “Esto te permitirá tener una visión clara de tu situación financiera y tomar decisiones informadas”, dice Cruz.
- Elabora un presupuesto detallado: para controlar tus gastos, asegúrate de gastar más de lo que ganas. “Prioriza tus necesidades esenciales y evita gastos innecesarios”, aconseja Cruz. Rafael Romero dice que es fundamental llevar un registro detallado de los gastos y categorizarlos en orden de importancia. “La idea es eliminar los que no sean necesarios para sobrevivir y generar ahorros que permitan cubrir los compromisos de deudas”, explica el académico.
- Contacta a tus acreedores: si te enfrentas a dificultades para pagar tus deudas, Cruz recomienda explicar la situación a los acreedores. “Algunas entidades pueden estar dispuestas a negociar plazos de pago o acuerdos de repactación”, asegura.
- Jerarquiza y prioriza las deudas: si tienes varios flancos abiertos de no pago, prioriza aquellos que tengan tasas de interés más altas o que puedan generar consecuencias más graves en caso de morosidad.
- Evita tomar más deudas: cae de cajón, pero solicitar nuevos créditos o préstamos mientras atraviesas dificultades financieras solo te puede traer más problemas y dificultades para cumplir con las obligaciones. “Si la persona no puede pagar dadas sus fuentes de ingreso, lo recomendable es evitar hacer una bicicleta financiera”, sostiene Romero.
- Ahorra y genera un fondo de emergencia: siempre y cuando esto sea posible, Cruz aconseja destinar una parte de tus ingresos a un fondo de emergencia. “Contar con ahorros te ayudará a afrontar situaciones inesperadas sin tener que recurrir a deudas adicionales”, apunta.