Las espinacas siguen teniendo fama de amargas, latigudas o desabridas, pero eso es culpa de quienes las preparan, no de ellas. Porque esta hoja verde oscuro lo único que tiene para darnos son muchos nutrientes —tantos, que no conviene comerla en grandes cantidades ni demasiado seguido—, harto color y mucho sabor.

Lo mejor, como casi todas las hojas, es comerla cruda en una ensalada —esta con queso y tocino me gusta a mí—, acompañada de otras verduras —la zanahoria rayada es una gran compañera— o incluso como parte de un sándwich. Pero para variar un poco, especialmente en invierno, se la puede transformar en una elegante crema.

Para que tenga buen color y sabor, el cocinero Benjamín Rivera dice que la clave está en el primer paso: el blanqueo de la espinaca y luego su inmediato reposo en frío. Es quizá lo único trabajoso de esta preparación, pues necesitarás tener al mismo tiempo una olla con agua hirviendo y un bol con agua y mucho hielo. El resto no tiene mayor dificultad, y el resultado es realmente delicioso.

• 1 kilo de espinacas
• ½ cebolla grande picada fina
• 1 cucharada de mantequilla
• ½ litro de caldo de verduras
• 200 gr de crema de leche
• 1 diente de ajo picado fino
• Semillas de sésamo
• Aceite

1. En una olla grande, poner a hervir agua. En un bol profundo, poner agua con mucho hielo.
2. Retirar los tallos de la espinaca y lavar bien las hojas. Cuando el agua esté hirviendo, poner toda la espinaca en la olla y blanquearla por 15 segundos. ¡No más tiempo que ese! Colarla inmediatamente y pasarla al bol con agua fría y hielo. Este proceso ayudará a mantener el sabor y el color de la espinaca.
3. En una olla, calentar dos cucharadas de aceite de maravilla y una de mantequilla. Cuando esta se derrita, agregar la cebolla y el ajo y sofreír. Aliñar con sal y pimienta. Cuando estén transparentes, integrar la espinaca y a fuego bajo cocinar por no más de cinco minutos.
4. Agregar el caldo de verduras y dejar que hierva. Quitar el fuego y, una vez temperada, traspasar la preparación a una licuadora. Agregar la crema de leche y seguir licuando.
5. Licuar hasta que ya no se noten trocitos de espinaca y la mezcla sea homogénea y lisa. Para un resultado más fino y suave, pasar por un colador y así retirar la fibra restante.
6. Servir con un toque de crema de leche, semillas de sésamo y pimienta.