Ingredientes
- 3 tazas garbanzos crudos (previo al remojo)
- 1 cebolla blanca o morada
- 200 g de perejil fresco
- 200 g de cilantro fresco
- 3 dientes de ajo
- 1 cdta. de comino
- Pan rallado o harina de garbanzos (cantidad necesaria)
- 1 cdta. de polvos de hornear o bicarbonato
- Sal y pimienta
- 1 ½ litro de aceite para freír
Preparación
Preparar con tiempo los ingredientes. Los garbanzos deben remojarse en agua fría mínimo 6 horas, pero ojalá toda una noche. Una vez pasado el tiempo, descartar el agua de remojo.
Picar el cilantro y el perejil manteniendo algunos tallos que aportarán sabor y crocancia. Agregar a la procesadora junto a la cebolla, el ajo, el comino, la pimienta y la sal. Triturar hasta formar una especie de «pebre» extra salado. Agregar una cucharadita de bicarbonato o polvo de hornear a la mezcla.
En la misma procesadora agregar por encima los garbanzos crudos y colados (sin líquido) y procesar de a poco, para no fundir la máquina, hasta obtener una pasta verde y húmeda con pequeños «grumos» de garbanzos, que le darán textura al falafel por dentro. Pasar la mezcla a un bol.
Agregar el pan rallado o, en su defecto, la harina de garbanzos hasta que la pasta siga húmeda, pero se forme una bola que no se desarme en las manos. Mi truco es apretar un poco de la masa y si cae mucho líquido, significa que aún le falta pan rallado.
Armar las bolitas. Si tienes tiempo, refrigerar ½ hora para que se afirmen.
Poner el aceite a calentar. Cuando esté caliente (170-180 grados o cuando salgan burbujitas al probarlo), freír hasta que tomen color dorado o café, unos 6-8 minutos.