Cada cultura tiene su propio fetiche con la mezcla cocinada de leche y azúcar. Mientras en Sudamérica nos gusta un resultado más cremoso, como el que obtenemos con el manjar o dulce de leche —no entraré en el chauvinista debate de cuál es mejor; lo cierto es que ambos me caen mal al estómago—, en otras latitudes prefieren productos más sólidos, como el krówki polaco, el toffee británico —que tiene más mantequilla que leche— o el barfi del norte de la India.

En esa familia también está el fudge, una especie de caluga hecha justamente de leche y azúcar, originada a fines del siglo XIX en Estados Unidos, y que se popularizó rápidamente cuando en esos años se redujo el precio del azúcar refinada. Para las tiendas de dulces resultaba fácil de fabricar y también para las personas en casa, pues solo hay que calentar los ingredientes a una temperatura controlada, revolver constantemente para que no se peguen ni cristalicen, y luego detener la cocción a tiempo. Una vez que se enfría, el fudge se endurece y queda listo para sacar caries.

La gracia de este dulce es su generosidad, pues se le puede añadir casi cualquier cosa. Galletas molidas, frutos secos, especias como menta, canela o pimienta, o incluso algún licor, si andamos juguetones. La clave es agregarlos justo en el final del proceso, para que no afecte a la condensación de la leche azucarada.

Para facilitar aún más las cosas, acá traemos una receta de fudge creada por Daniel Glukman, creador de la cafetería-pastelería Daniel’s Bakery, donde no necesitaremos olla ni fuego: dejaremos que nuestro amigo el microondas haga el trabajo duro y el resto solo será revolver por aquí, mezclar por allá, refrigerar y luego solo gozar.

Fudge de cookies & cream

Ingredientes (para 9 porciones)

  • 1 tarro (397 gr) de leche condensada
  • 400 gr de chocolate blanco
  • 30 unidades de galleta tipo oreo quebradas con la mano

Preparación

  1. Forrar un molde de 20 x 20 centímetros con film plástico.
  2. En un bol de vidrio o cerámica, colocar la leche condensada y el chocolate blanco. Calentar en microondas a máxima potencia en intervalos de 30 segundos, revolviendo entre cada pausa, hasta que esté todo derretido y homogéneo.
  3. Verter la mezcla sobre el molde ya preparado, introducir los trozos de galletas oreo y remover levemente para integrar.
  4. Si no tienes galletas oreo, puedes probar con cualquier añadido que tengas o te guste: gomitas de berries, M&M, galletas de vino o frutos secos.
  5. Llevar al refrigerador por al menos dos horas, cortar en cubos y servir. A disfrutar.