Chewy en inglés significa masticable, una cualidad no muy espectacular: la tiene, sin ir más lejos, cualquier alimento sólido. Pero chewy se usa también para referirse a esas comidas que requieren una mordida extra, cuya textura o consistencia se queda un poco más de tiempo entre los dientes. Esto casi siempre es algo malo —nadie quiere comerse una carne chiclosa, por ejemplo— pero en algunos casos específicos puede resultar deseable. Como en estas galletas que nos enseñó a hacer Francisca Laymuns, de la pastelería Torres Laymuns.
Las galletas conocidas como chewy son esos galletones de origen americano, grandes pero no crujientes, que cuando uno los mastica aparece un interior suave, blando y, de hecho, fácil de procesar entre las mandíbulas. Eso las hace doblemente reconfortantes: además de su dulce sabor, entregan una sensación parecida a la de estar derretidas, quedándose entre las muelas por un buen rato. Algo que alarga la experiencia, pero que de seguro necesitará de un cepillado después de terminar.
Galletas chewy de limón, chocolate blanco y amapolas
Ingredientes (para 20 unidades)
- 410 gr de harina sin polvos
- 1 cucharadita de bicarbonato
- 1 cucharadita de sal
- 226 gr mantequilla sin sal a temperatura ambiente
- 300 gr azúcar blanca granulada
- Ralladura de 4 limones
- 4 cucharadita de jugo de limón
- 2 huevos medianos
- 230 gr de chips de chocolate blanco
- 2 ½ cucharadas de semillas de amapolas
Preparación
- Unir harina, bicarbonato y sal en un bol y reservar.
- Con una batidora, incorporar la mantequilla con el azúcar a velocidad alta por cinco minutos, hasta que la mezcla se ponga casi blanca y muy cremosa. Agregar la ralladura de limón, el jugo de limón y los huevos. Continuar batiendo por tres minutos a velocidad alta.
- Mezclar con la harina, el bicarbonato y la sal, y batir por 30 segundos a velocidad media, hasta que esté bien incorporado.
- Agregar los chips de chocolate y las semillas de amapola y batir por 30 segundos más, hasta que se incorporen bien.
- Reserva tu masa en el refrigerador por dos horas como mínimo (puede ser de un día para otro. Entre más tiempo mejor).
- Precalentar el horno a 180ºC. Saca la masa del refrigerador y, aún fría, forma con las manos bolas de 80 gramos, parecidas a una pelota de pinpón. Cubre una lata de horno con papel mantequilla y dispón las bolas separadas por seis a siete centímetros (esto es clave, pues las galletas se ensancharán en el horno y si están muy juntas se pegarán).
- Hornea las galletas por 15 minutos. Parecerán crudas, pero déjalas enfriar completamente y quedarán como queremos: chewy. Puedes guardar tus galletas hasta tres semanas en un recipiente hermético a temperatura ambiente, o congelarlas hasta dos meses.