Son dos electrodomésticos compatibles, que pueden convivir perfectamente juntos en paz y armonía, pero hoy, cuando las viviendas son más chicas y las cocinas cada vez más estrechas, no siempre hay espacio para ambos. Eres tú o soy yo, se dicen mutuamente el horno eléctrico y el microondas, dos aparatos que ocupan casi el mismo espacio, que tienen precios similares, pero que se diferencian en sus funciones.
Sí, los dos pueden calentar comida fría; es cierto, con cualquiera es posible derretir el queso del sándwich; así es, ambos tienen además la capacidad de cocinar ciertos alimentos. Pero la forma en que lo hace cada uno es muy distinta, por lo tanto los resultados serán disímiles y también sus posibilidades.
Si en el reducido mesón de la cocina solo cabe uno de los dos, ¿cuál convendría más tener ahí? ¿El horno microondas o el de convección eléctrico?
Calor versus radiación
Para saber cuál elegir, primero hay que saber cómo funciona cada uno. En el caso del microondas, este debe su nombre a las ondas electromagnéticas de alta frecuencia que emite, parecidas a las del teléfono o la radio. Su rango, eso sí, es más corto, lo que permite que interactúen con las moléculas polares del agua, haciéndolas vibrar y provocando que choquen con otras, aumentando así el calor.
Como explica Marcelo Maillard, chef instructor del Duoc UC, sede Antonio Varas, “lo que hace el microondas es calentar la humedad que está en los alimentos, de ahí es que pueda alcanzar una temperatura alta en poco tiempo en el núcleo de las preparaciones”. Por eso una taza de leche, que es completamente líquida, puede quedar caliente tras estar menos de un minuto en el aparato.
Hay que saber que estas pequeñas ondas no penetran más de tres o cuatro centímetros en los alimentos, lo que produce lo que tantas y tantos han experimentado: que el bol con arroz, después de un minuto en el microondas, esté caliente por fuera pero frío por dentro. Para que el calor llegue de forma homogénea, lo mejor es no amontonar la comida y distribuir lo que se va a cocinar en todo lo ancho del plato.
Pero el microondas no sirve solo para recalentar comidas ya cocinadas. Dice Maillard que también existen algunas preparaciones que se pueden elaborar ahí en pocos minutos, “como bizcochos, mug cakes, papas ‘asadas’, arroz blanco, soufflé de queso y otras recetas no tan complejas”. Aquí puedes revisar una compilación que hicimos con algunas de ellas.
El horno eléctrico, en cambio, utiliza la convección para convertir la energía eléctrica en calor. Esto lo hace mediante unas resistencias —generalmente de níquel y cromo—, ubicadas dentro del electrodoméstico, arriba y abajo, las que aumentan la temperatura en su interior.
Al igual que un horno tradicional a gas, solo que mucho más rápido, el calor se mantiene en toda la bóveda, lo que hace más fácil, según el académico del Duoc, “regular su intensidad”. Así, es más sencillo controlar la temperatura —menor si solo queremos calentar un plato; mayor si cocinar una pizza— y manejar el resultado de las distintas preparaciones.
Microondas para los apuretes
“Yo tengo los dos hornos en mi casa”, dice Nicolás Gárate, director académico de la Academia Gastronómica Internacional y chef asesor de Oster. “Pero el microondas lo uso solo cuando estoy apurado y quiero calentar rápido un sándwich de queso o un plato frío”.
No lo ocupa para mucho más ya que las cocciones en este aparato no le parecen tan atractivas, ya sea por su consistencia y apariencia —los alimentos no quedan crocantes ni dorados— como también por un asunto nutricional.
“Cocinar a través de la radiación, en especial a alta potencia, produce una pérdida de nutrientes y de estructura molecular que daña el producto”, dice. Según él, prepararás en menos tiempo pero también con menos aporte nutricional.
Hay mucho debate respecto a cuánto se dañan los alimentos en el microondas. No son pocos, como Gárate, los que lo evitan por esta supuesta pérdida de propiedades, pero lo cierto es que cualquier tipo de calor puede romper nutrientes, ya sea las brasas de un asado, un baño maría o la acción de este electrodoméstico. Y de acuerdo a este artículo de la Escuela de Medicina de Harvard, la exposición al calor del microondas es más breve que el resto, por lo tanto nutrientes frágiles como la vitamina C se conservan mejor cuando cocinas el brócoli ahí que en una olla común.
“El método de cocción que mejor retiene los nutrientes es aquel que calienta los alimentos por menos tiempo y el que ocupa la menor cantidad de líquido posible”, dice el texto. “Y el microondas cumple con esos criterios”. La OMS también ha confirmado que el principal riesgo de usar el microondas es el mismo que corremos con otro horno: quemarse con la comida que acabas de calentar.
Su otra ventaja es el consumo energético. Normalmente, la potencia de un microondas no pasa de los 900 watts, mucho menor a los más de 2000 W que tiene un horno eléctrico promedio, una diferencia que con seguridad se notará en la cuenta de la luz. “Pero la principal”, dice Maillard, “es la rapidez con la que ejecuta su principal función, que es recalentar comida. Sobre todo pensando en lo vertiginoso del quehacer diario”.
¿Qué pasa con el descongelamiento? Es una de las modalidades por las que más se utiliza el microondas, sobre todo cuando se nos olvidó sacar la carne la noche anterior y hay que apurar el deshielo para que el menú de almuerzo no sea pollo a la escarcha. A varios los ha sacado de apuros, pero de acuerdo a Gárate, no conviene abusar de esa función.
“Si tratas de descongelar un pollo en el microondas simplemente metiéndolo y dándole minutos, lo terminarás cocinando”, dice. “Para descongelar bien, es indispensable la planificación”.
El chef de la Academia Gastronómica Internacional dice que uno de los riesgos más grandes en la cocina es no saber descongelar. “Si el microondas está sucio y pones una carne a descongelar directo en él, puedes contaminar el producto en ese proceso”, advierte. Lo mejor, dice, es la noche anterior pasarla del freezer al refrigerador y que se descongele ahí, lentamente.
Eléctrico para los versátiles
La popular cocinera y comunicadora Connie Achurra es una fanática absoluta del horno eléctrico. “Me fascina, lo uso para todo”, dice. Aunque también tiene un gran horno a gas tradicional, prácticamente no lo ocupa. “Todo lo preparo en mi horno eléctrico, que es sencillo, chiquitito, pero es lejos el implemento de cocina que más utilizo. Me sirve para hornear, para preparar la comida o para tostar el pan”.
Por eso, no tiene ni le hace falta un microondas. “Sé que sirve harto para recalentar y para descongelar, pero en lo personal no lo prefiero para cocinar: no me gusta cómo quedan las cocciones en el microondas”.
En cambio, buena parte de las preparaciones que comparte con su millón 300 mil seguidores las realiza en su humilde horno eléctrico, donde no cabe mucho más que un par de fuentes medianas. Ahí hace los brownies, las galletas, los queques y los bizcochos, también las recetas saladas, las verduras asadas para sus cremas y sopas. “Lo uso para todo”, dice, “y como lo tengo hace ene tiempo, lo conozco perfecto, sé exactamente cuántos minutos y qué temperatura necesito para cada cosa”.
Horno eléctrico Ursus Trotter UT-BACKOFEN 48 litros
Siempre ocupa el calor de ambas resistencias —la de arriba y la de abajo— y, como se puede ver en sus recetarios y redes sociales, eso le resulta muy bien. En especial con el pan. “Encuentro que cuando uno lo hornea ahí queda exquisito, crujiente pero también suave. Las galletas también quedan muy buenas y se hacen muy rápido”.
Según Marcelo Maillard, un horno eléctrico puede perfectamente cumplir muchas de las funciones de uno a gas, como “asar y cocinar carnes de todos los tipos, vegetales, tubérculos y un sin fin de preparaciones simples y complejas. También puedes recalentar alimentos, preservando de mejor manera su textura original”.
A la hora de comprar uno, Gárate primero recomienda descartar por precio. “Si te compras uno de 15 lucas, te va a tostar el pan y no mucho más”, dice. Si la idea es sacarle provecho y usarlo como sustituto del horno a gas, también sugiere fijarse bien en su capacidad por litros; si es muy pequeño, no cabrán las fuentes en él y poco es lo que se podrá preparar.
“También hay que chequear el alcance de temperatura que tenga —que ojalá llegue a los 250º— y el tamaño de las resistencias”, ya que de eso depende qué tan homogénea sea la repartición del calor. “Ahora hay hornos que vienen con la función de freidora de aire, y para mí son unas ayudas tremendas, ya que incorporan un ventilador que aumenta y reparte mejor la temperatura”, responde Achurra.
Conclusión
A Marcelo Maillard, chef instructor del Duoc UC, le cuesta inclinarse por uno u otro, ya que finalmente depende de los estilos de vida de quienes los vayan a utilizar. “Si se trata de alguien que solo cocina esporádicamente y que consume principalmente alimentos elaborados, entonces yo le recomendaría un microondas”, dice.
Pero si la intención es cocinar diariamente o con frecuencia, “entonces sugiero el horno eléctrico, que aparte es mucho más versátil al momento de cocinar, ya que puedes hacer una cantidad mayor de recetas con un resultado óptimo”.
Lo mismo opina Achurra: “si alguien estuviera armando su cocina y tiene que elegir solo uno de los dos, entonces recomiendo por lejos un horno eléctrico”. Pero si hay presupuesto, aconseja irse por un modelo de Samsung que reúne las dos funciones en una sola máquina: el microondas Hot Blast de la marca coreana, que incluye un grill y también la posibilidad de usarlo como horno de convección.
“Encuentro que eso ya es perfecto: tiene todas las bondades del microondas pero además lo rico del horno eléctrico y en un solo aparato, sin que necesites una cocina tan grande como para que te quepan ambos”.
Samsung Hot Blast MC32K7055CT 32 litros
Gárate tampoco tiene dudas, y se inclina totalmente hacia los hornos eléctricos. Los defiende porque “son súper amigables para lo que hoy necesita la gente, resisten mayor variedad de materiales dentro —como fuentes acero y aluminio— y cada vez incluyen funciones nuevas”.
*Los precios de los productos en este artículo están actualizados al 26 de julio de 2023. Los valores y disponibilidad pueden cambiar.