En la clase de esta semana, Josefina Turner nos comentó que sus alternativas de aperitivo se debían disfrutar junto a un “vino con carácter”. Pero ¿qué significa esto? Según explicó la chef y experta en vinos, esto quiere decir que se trata de un vino con características particulares, que ayudan a que no pase desapercibido. No es un vino que tomarías durante una comida sin pensarlo dos veces: al contrario, queremos saborearlo, disfrutar de su aroma y de su cuerpo, experimentar cómo se comporta con los distintos alimentos y qué sensación nos deja una vez tomado.

Por otro lado, aunque siempre es agradable recibir un vino de regalo cuando invitamos a alguien a comer, esa no es la botella que tenemos que abrir en ese momento. Esto, porque cuando preparamos un menú tenemos que pensar a la vez en el vino con el que lo serviremos. Todo es parte del mismo ritual de cenar; no podemos presentar un plato potente con un vino liviano, por ejemplo.

Maridar comidas picantes puede ser problemático para algunas personas, que por temor optan por un clásico sauvignon o incluso un vino blanco de poco cuerpo, para que éste no opaque el sabor de la comida. Pero los expertos aseguran que para los platos muy especiados lo ideal es presentar un sauvignon blanc, en el caso de los platos estilo mexicanos, o Chardonnay para la comida thai o china. ¿Comida de la India? Con un Syrah te irás a la segura.

Que se acabe el plato principal no quiere decir que se tenga que acabar el vino ¡al contrario! Algunas cepas maridan a la perfección con platos dulces: si es chocolatoso, un carmenere es la elección acertada. Para postres frutales con frutos secos, un cabernet sauvignon es la alternativa perfecta.