A pesar de que el plato giratorio, la luz opaca y su triste zumbido no gozan de buena fama, los hornos microondas están presentes en el 66% de las casas chilenas, y quizá este sea el momento propicio —una pandemia interminable que tiene a la mayoría buscando formas de ahorrar tiempo y energía— para reivindicarlo como una noble herramienta de cocina.
Para sacarle partido, son muchas las cosas que deberíamos saber sobre este electrodoméstico —como que conviene poner los alimentos al borde del plato y no al medio, que es mejor esparcir la comida y no amontonarla, etc.—, pero por algún motivo las desconocemos. ¿Será la industria de los hornos convencionales, o a lo mejor el gremio del gas, los que han impedido que sus virtudes se divulguen y traigan mayor paz y eficiencia a este mundo?
No nos pongamos conspirativos y mejor profundicemos en nuestro amigo el microondas, que ha sufrido de suficientes difamaciones en estas décadas —como que daña los nutrientes de los alimentos o que su radiación es cancerígena—, absolutas fake news que pocos han querido retractar. Es más, según la OMS, el principal peligro de estos hornos es el mismo que el de de cualquier otro: quemarse con la comida.
En pos de la verdad, estos son algunas de las muchas posibilidades que entregan los microondas en la cocina, algunas para apurar procesos y otras para obtener interesantes preparaciones exprés.
1. Verduras al vapor
La incertidumbre nos tiene ansiosos, la ansiedad nos hace comer más de la cuenta y la comida en exceso nos ha alterado el peso. Si no puedes dejar de picotear pensando en la inflación, el calentamiento global o la eventual recesión, acá hay algunos consejos, pero otra solución es comer mejor en la mesa, menos pesado y más nutritivo. Para eso, nada más efectivo que unas verduras al vapor.
Sí, suenan aburridas y quizá desabridas, pero acompañadas de una buena carne o un ingenioso aliño —y preparadas rápido en el microondas— pueden salvar tu almuerzo y mejorar la dieta.
Como las ondas de alta frecuencia que emite el horno hacen vibrar las partículas de agua, las verduras —que tienen mucha agua en su interior— se cocinan fácilmente en él, sin que ellas pierdan nutrientes ni tú tiempo. Si se las tapa correctamente —con un plato o con un papel plástico ligeramente perforado—, el propio líquido de los vegetales se convierte en vapor y quedan al dente.
En verduras que necesitan poca cocción, como el brócoli, los porotos verdes, la coliflor o los espárragos, es cosa de ponerlas tapadas en el microondas, bien repartidas en el plato o recipiente —sin que queden amontonadas—, a máxima potencia por unos 2:30 minutos. Si nos parece que le falta, entonces hay que darle tandas de un minuto hasta llegar al punto que deseamos. Al destapar y chequear es importante mover los vegetales para que el calor se reparta de forma homogénea.
Para verduras más lentas, como la zanahoria o la betarraga, mejor es llevarlas cortadas en un plato con agua, siempre tapado, y comenzar con 6 minutos a máxima potencia.
2. Sofritos
Para acelerar un almuerzo atrasado, el microondas puede ayudar mucho. En el caso de un sofrito, solo hay que picar las verduras en cubitos finos, ponerlas en un bol tapado y darle 4 minutos a máxima potencia. Mientras se ocupa ese tiempo en otras tareas, el sofrito estará soltando sus líquidos tranquilamente, sin necesidad de remover ni riesgo de quemarse, y luego podrá ser terminado en la olla o sartén bastante más rápido.
3. Mugcakes: queque rápido dentro de una taza
Si el microondas es despreciado por su falta de glamour, más lo son preparaciones como los mugcakes, pequeños queques que prescinden de casi todo el oficio y mística de la repostería, sino que simplemente mezclan todos los ingredientes en una ordinaria taza y los someten, por apenas dos minutos, al invisible calor de este electrodoméstico. ¿Dónde queda la paciencia, el respeto por los tiempos, el cariño por los materiales?
Queda para cuando se tengan ganas y varias horas por delante, pero si hay hambre, pocos minutos y no muchos deseos de ir a comprar, un mugcake es mejor solución que un queque procesado, con decenas de sospechosos ingredientes. Aquí, en cambio, se usan los mismos insumos que para un bizcocho tradicional, solo que en una dosis reducida y un menor tiempo de preparación.
Muchos los miran con desdén, pero respetables divulgadoras de la cocina, como la española Susana Pérez —autora de varios libros y del popular blog Webos Fritos— o la chilena Connie Achurra, los han incluido en sus recetarios.
El mugcake no es un horneado, como explica Pérez, sino una cocción, y para que resulte bien hay que tomar unas mínimas consideraciones. Por ejemplo, no poner la taza en el medio del microondas sino al borde del plato, para que reciba mejor la radiación. O ajustar los ingredientes al tamaño de la taza: las recetas suelen estar pensadas para las de 200 o 250 ml, pero si vas a usar una más grande —de 300 o 350 ml—, mejor utilizar dos huevos en vez de uno y aumentar proporcionalmente el resto de las medidas.
Aquí está la receta de un mugcake de chocolate y naranja, de Webos Fritos, y otro de plátano, por Achurra: todos demoran, entre preparación y cocción, menos de 5 minutos.
4. Huevo
De seguro que no es la mejor manera de disfrutar las bondades de un huevo, pero si la sartén está sucia, si está rota, si se acabó el gas o simplemente no tienes una cocina para freírlo, revolverlo o cocerlo, en un microondas también puedes prepararlo.
Solo hay que poner en un plato un film plástico, untarlo con aceite, abrir el huevo encima y taparlo con más film. Con 45 segundos a máxima potencia quedará como huevo a la copa, en un minuto parecerá pochado y en 1:15 estará casi duro. Para que quede lo más parecido a uno frito, hay que poner aceite sobre un recipiente, abrir el huevo y cocinarlo 45 segundos sin tapa.
5. Berenjenas y no esponjas
La berenjena es una maravillosa aliada para darle enjundia y volumen a salsas, guisos o salteos de verduras. Tiene poca agua y con el calor no pierde consistencia, dos características que la posicionan como genial sustituto de la carne en una boloñesa vegetariana, por ejemplo. Pero cualquiera que las haya preparado sabe que al sofreirlas se comportan como una esponja de aceite, dejando seca la sartén en pocos segundos.
Pero que su poder absorbente no te desanime de cocinarlas, ya que fácilmente se puede evitar. Si las berenjenas se meten cortadas en cubos o rodajas de 1 cm, envueltas en papel absorbente y puestas entre dos platos por 4 minutos a máxima potencia, se les generará una especie de sellado que luego las hará freír más rápido y chupando menos grasa.
6. Papas cocidas a las finas hierbas
¿Papas cocidas a las finas hierbas? Así es. Y con mucha menos agua, bastante menos tiempo y muchos menos materiales. Simplemente hay que cortar las papas en un tamaño uniforme, idealmente de unos dos o tres centímetros, y disponerlas en un recipiente apto para microondas, de preferencia uno de silicona, que deja pasar mejor el calor. Luego cubrirlas de agua, añadir sal, pimienta y las hierbas —romero, perejil, laurel o lo que se tenga, no necesariamente tan finas—, taparla bien y cocinarlas por 8 minutos a máxima potencia.
A esa altura deberían estar cocidas, pero si les falta, solo hay que removerlas y continuar en tandas de un minuto hasta que estén tiernas.
7. Papas chips
Y en el microondas también se pueden preparar unas papas fritas capaces de darle un toque novedoso a tus aperitivos o noches de Netflix. ¿Lo mejor? Con mucho menos aceite que si las hicieras en una sartén. ¿Lo peor? No puedes hacer tantas al mismo tiempo. Una cosa por otra.
Solo hay que laminar las papas lo más delgadas posible, de apenas un par de milímetros, luego untarlas en aceite y disponerlas sobre un trozo de papel mantequilla o de horno. No pueden quedar amontonadas, sino que todas repartidas en el papel, para que se cocinen homogéneamente. Con 4 minutos a máxima potencia deberían quedar listas por un lado, doradas y algo secas. Ahí hay que darles la vuelta, ponerlas un minuto más, esperar a que se enfríen y escuchar cómo crujen en la boca.
8. Cebolla frita
Aparte de la papa, también se puede freír la cebolla, un recurso que sirve para darle vida a ensaladas o guisos, y además como un chip para acompañar un carrete por Zoom. El proceso es casi igual al anterior, aunque puede ser sin papel: cortarlas en rodajas finas, ponerlas en un plato hondo y cubrirlas de aceite. En este caso, eso sí, conviene taparlas con un plato. En 6 minutos a máxima potencia hay que revisarlas: si no están listas, con 2 minutos más deberían quedar crujientes, esperando recibir su dosis de sal.
9. Choclo
El choclo que en la feria se llama americano, ese que se come con las manos, bañado en mantequilla, es un producto de verano pero que también se vende congelado durante todo el año. Lo tradicional es cocerlo en una olla con abundante agua hirviendo, lo que requiere de espacio, tiempo y bastante gas. Si no quieres gastar tanta agua ni minutos, también lo puedes preparar en el microondas.
No necesitas más que pelar el choclo, cortarlo si es que no cabe completo, introducirlo en el horno, cerrar la puerta, y darle 3 minutos con todo el wattaje. Una vez cumplido el tiempo, moverlo con cuidado —el microondas también quema—, dejando arriba la parte que estaba abajo. Un minuto más y tendría que estar en condiciones de ser untado en mantequilla o incluso desgranado para una ensalada.